CANSADO DE SER CATALÁN

Hace tiempo me pregunto si realmente nuestro problema sólo es España. Lo digo porqué tener una mosca cojonera que todo el santo día está fastidiando sin saber aún que quiere ser cuándo sea mayor, entiendo tiene que tocar y mucho los bemoles, hasta sacar de quicio. ¡Decimos que no nos entienden, coño! Si no nos entendemos ni nosotros, como queremos que nos entiendan los demás. Artur Mas hablaba de refundar el catalanismo, y ahí se quedó, luego parece es soberanista, o independentista o esnobista, depende del momento y la intención de voto.
Se me ocurre que quizás lo que tendríamos que refundar son los partidos políticos, porqué ésta es la raíz de nuestro problema, tenemos unos partidos que no acaban de satisfacernos, por falta de concreción en sus planteamientos o por perderse en las menudencias miserables del día a día, lejos del Pacto Democrático por Catalunya- por ejemplo - Partidos que confunden los problemas, las preocupaciones reales que tenemos todos los que vivimos en este país, con los suyos, de liderazgo incluidos y empeñados como están en sus disputas omitiendo el debate real de las ideas, cuando para el ciudadano el debate real y prioritario es el del bolsillo y resuelto éste, ya tendrá tiempo de enredarse en sí sueño galgos o podencos. Como en el juego de romper la olla que con los ojos vendados y un palo en la mano vas dado pasos titubeantes intentando acertar, dentro del desconcierto que te produce la oscuridad, ésta es la sensación que se percibe en nuestros políticos, de desconcierto, y de desunión, situación ideal para que los otros en vista del panorama nos vayan toreando, nunca mejor dicho.

Y aquí se tendría que añadir que el país como sociedad, no está en general mucho por la labor, privan más las necesidades del día a dia y del ocio y se ha enfriado aquel espíritu contestatario de la transición. Nos hemos acomodado - es cierto -, la prueba es cuánta gente se va de puente pasando olimpicament de la celebración de la festividad del 11 de setiembre.

No se que habría pasado si Josep Pallach no hubiera perdido la vida aquel mes de enero de 1977, sería hacer política ficción, es el problema de morirse antes de tiempo, te puedes convertir en un mito o caer en el olvido. Él era, creo, una referencia que en el devenir político de los años siguientes habría podido cambiar el curso de nuestra historia. Pero no fue así, y ahora no podemos saber cómo realmente habría ido, los hechos son los que son y estamos donde estamos.

Votante como fui durante años de CIU, decepcionado por el pacto con el Pp en su primera legislatura, la del catalán en la intimidad, y avistando hacia dónde derivaría a Aznar, los abandoné como votante, refugiándome en ERC donde no me acababa de encontrar del todo cómodo, los voté no demasiado convencido con el resultado que se ha visto una vez han tocado poder.

¿Y ahora que hago? me pregunto, e inmerso en un mar de dudas, ya no sé a quién votar, ni si soy catalán, español, europeo o ciudadano de la Cruz Alta. Ni siquiera estoy "emprenyat" como diría Enric Juliana. Lo que si sé es que estoy decepcionado, fastidiado y muy cansado, muy cansado, de partidos de selecciones, de sobiranistes chillones y alocados, de tecnócratas estáticos e impresentables, de jubilados desbarrando cuando no lo han hecho en 23 años, de todo en general, de nacionalistas a ambos bandos, de patrias, de banderas, de ideales y de utopías. Cansado de transigir, de exigir y de compartir, cansado de explicarme (inútilmente).

No se si vale la pena ser catalán, sinceramente, ya no lo sé, el precio a pagar es muy oneroso y la recompensa esporádica; pero la realidad es que no se ni puedo ser otra cosa más que catalán... hasta que todo se vaya al carajo.

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