"Él me decía:" Mirad, no tengo rostro. Lo que exhibo es la cara del instante. Si el escritor es un extranjero, es precisamente porque, para manifestarse, toma del lenguaje su rostro ". Edmon Jabès."
Quizá aquí tenemos la respuesta a la pregunta que nos hacemos a menudo los escritores. El escritor no tiene rostro, es la esponja que se impregna de cuando es capaz de percibir en su entorno. O quizá sea como la cámara fotográfica que secuestra instantes de vida cuando dispara. Quizá el escritor no es más que un recolector de anécdotas esparcidas que a menudo utiliza como suyas. Quizás tiene quien le explique las historias como a Juan Rulfo, o quizás se las inventa como Cortazar. Quizá escribir no sea más que una enfermedad que no tiene remedio ni cura y entonces la cara del escritor no es más que un rostro vacío reflejado en el horizonte, negro sobre blanco.
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