Poco hay más patético que una rúa de Carnaval de las que se hacen aquí, aparte del frío que suele hacer, todo es tan forzado, tan fuera de lugar que no le encuentro el sentido. Comparsas ridículas que se mueven sin ritmo ni gracia, forzando sonrisas heladas, sarcásticamente heladas. Esto del Carnaval como las Fiestas mayores y otros conceptos anacrónicos del siglo pasado poca razón de ser tienen a día de hoy y más tal y como está todo.
Un Carnaval es algo rancio, anacrónico y fuera de lugar y tiempo. Ni siquiera es trasgresor, pués enseguida el orden establecido le corta las alas como en Reus. Quedan sólo los supuestos graciosos de Cádiz y sus chirigota, otra rancietat no ya del siglo pasado, sino del anterior y con no demasiada gracia en general y si mucha astracanada chapucera.
Confieso que no me he disfrazado nunca, ni siquiera se me ha pasado por la cabeza, lo suficientemente disfrazado voy por la vida para añadir aún más elementos de duda. No entiendo porque la gente se disfraza para aparentar supongo lo que no es y olvidarse de no se qué, cuando hay un mañana terco que le informa de quién es, dónde está y lo que le espera.
Quizá sería mejor desnudarse y mostrarse tal y como se es realmente y rehuir falsas apariencias, pero en invierno hace mucho frío, incluso para el exhibicionismo.
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