Me gustaría recordar a los señores editores, que John Kennedy Toole, se suicidó a los veintinueve años, cansado de dar vueltas por las editoriales intentando le publicaran "La conjura de los necios" y que una vez muerto y gracias a la perseverancia de su madre, catorce años después de su auto muerte, un editor en jugársela y publicarla consiguió a parte del Premio Pulitzer por la novela unas ventas extraordinarias en todo el mundo.
Fue una lástima que el señor John Kennedy Toole no pudiera ir a recoger el premio, pués se habría evitado su suicidio si los editores, o al menos algunos de ellos hubieran estado más atentos, y ahora viviría aún en Florida, repitiéndose constantemente, aburrido, seguramente alcoholizado y harto de todo.Quizás hizo bien suicidándose, al fin y al cabo, la muerte vende.
Sería bonito que la vida fuera también un éxito de ventas, quizás por eso me gustaban tanto las películas de Frank Capra, o el teatro de Alejandro Casona. Ahora, prefiero no volver a ver ni las unas ni las otras, entre otras cosas porque con el paso de los años he perdido demasiado inocencia y apenas recuerdo el niño que fui. También he aprendido que la memoria suele traicionar la realidad de los hechos pasados, pues aunque no nos lo parezca o no lo queramos aceptar, nos suele engañar. Dejémoslo así pues, a menudo es mejor vivir engañado por los recuerdos para poder sobrevivir a la tozuda realidad.
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