LA LENTA AGONÍA DEL CAMPESINADO


"Los campesinos son el 1% de la población y cobran el 40% de los presupuestos públicos europeos. Esto se llama poder político desmesurado y no parece que lleve camino de cambiar pronto ". No lo digo yo, lo dice el economista Xavier Sala Martín, y es cierto. La pregunta es: ¿Nos podemos permitir el lujo de tener campesinos que derrochan el agua de todos?, Plantan lo que no deben hacer en muchos casos (sólo porque está subvencionado por Europa) o tocan las narices manifestándose y cortando carreteras, por más razón que tengan en quejarse de los precios que les pagan los mayoristas. 

Es asunto es complejo. Me contaba el sábado un ganadero (de los dos que quedan en Terrassa) que cada vez le sale menos a cuenta criar los corderos, que le pagan al mismo precio que hace diez años y con lo que ha subido el pienso y los requisitos que pide la Generalitat para documentar los animales, con análisis de sangre, coste de veterinario y papeleo en general. Me decía que continúa porque el chico quiere seguir, que si no fuera por él, entre el ganado y los terrenos donde planta trigo trabajando al sol cada día del año, no le sale a cuenta.

Lo que comentaba al principio es lo que me dice la cabeza, que representa la lógica y en principio también el sentido común, este me dice que quizá en Europa en general no nos podemos permitir el lujo de tener y mantener los campesinos, que en no ser rentable su trabajo y el producto que cultivan más el agua que gastan, sería más lógico dejarlo correr y adquirir estos productos alimenticios en general a los países del tercer mundo que mucho más lo necesitan y pueden proveernos de los mismos productos a un mejor precio. (Entrar ahora en si este sería un comercio justo y si los productores recibirían la recompensa por su trabajo o se quedaría en manos de los intermediarios, es otra cuestión, pero lo comento por que no me sea reprochado) Pero entonces dejo la cabeza aparte, y pienso en los sábados cuando salgo a pasear con la bicicleta, me gusta bajar por la orilla del Ripoll hasta Ripollet y veo los jubilados que tienen sus huertos donde cultivan de todo, y donde cada campesino es un sabio entendido en la materia y el del lado no entiende nada, y viceversa, y me paro a comprarles tomates, lechugas o lo que proceda. 

Tener un trozo de tierra es mucho más que una distracción de jubilado, es este sentido de arraigo que tenemos en pisar esta tierra, esa sensación de que es nuestra madre que nos ha alimentado durante siglos.Y no es ésta una visión bucólica, al menos realista de la necesidad del hombre de sentirse como los árboles y las plantas arraigado en su propia tierra. Me temo que la comunidad Europea no es consciente de la problemática de la gente del campo, y no enfoca las dificultades que hay para que se puedan salir de la manera correcta. No todo se arregla con subvenciones aleatorias, que acaban generando una cierta acomodación y adaptación momentánea, pero sin ninguna visión de futuro, y si bien es cierto que quizás algunos sectores como el de la avellana son ya insostenibles y se deben dejar morir por onerosos, la percepción es que se debería cuidar más la gente de la tierra, estudiando que conviene y es necesario plantar y donde, según las características del terreno. De hecho a la gente de la avellana hace mas de trece años ya se les dijo que no podían seguir y se les dieron soluciones alternativas pero no hicieron caso de la administración, y pese a no confiar demasiado en la administración, en este caso creo tenían y tienen toda la razón.

Hay gente que está innovando con cultivos ecológicos, a pequeña escala de momento pero que pueden crecer y este sería uno de los caminos a seguir. Yo no soy entendido en la materia, a pesar de haber nacido en un pueblo, soy hombre de ciudad, pero quizás habría que escuchar más a los campesinos, que seguro tienen y mucho que decir y soluciones a aportar para continuar haciendo lo que han hecho toda la vida , cultivar la tierra. Porque en el fondo, ellos representan la esencia de la vida humana, tan deformada por la vida en ciudad. La tierra durante siglos nos lo ha dado todo, y no es justo ahora que le demos la espalda a ella y a quienes la trabajan, por comodidad o simplemente por intereses puramente económicos de la mundialización. O así me lo parece a mí.

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