El hallazgo de una villa romana de notables dimensiones en las obras de la macroestación del AVE de la Sagrera, ha levantado posiciones contrapuestas. Las administraciones competentes en la conservación del patrimonio, la Generalitat primero y el Ayuntamiento de Barcelona después, mostraron ayer su preferencia por trasladar los elementos de valor, como fragmentos de mosaicos o pinturas, el Museo de Historia de Barcelona y no conservar in situ el conjunto de paredes, calles y pasillos de la villa. Académicos destacados y arqueólogos independientes, en cambio, volvieron a advertir del valor del vestigio en su globalidad y de su carácter único en la capital, por lo que debería conservarse en su lugar original y, en todo caso, iniciar una reflexión entre especialistas sobre su posible integración.

El valor del hallazgo, es que no tiene ningún valor. No aporta nada que no supiésemos o hubiéramos podido intuir. Este síndrome de Diógenes de conservar todos los restos antiguos de los arqueólogos es preocupante, y además además cuesta mucho dinero a la Administración, todo ello para nada, ya sabemos cómo vivían los de antes, y siendo como somos incapaces a través de sus ruinas de aprender a corregir sus errores para sacar provecho de ellos, lo mejor que se podría hacer es derribar esta villa romana y continuar las obras que suficiente atrasadas van. Las piedras antiguas, vista una vistas todas.

Una persona que conozco casi se arruinó por una tontería de estas. Compró un local en la calle de Puertaferrisa en BCN, y al hacer las obras de acondicionamiento del local aparecieron restos de un arco y una muralla de la ciudad antigua ..... Tardó dos años en abrir la tienda.
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