La primera vez que me di cuenta que tenía premoniciones, fue un lunes del año de 1984. Al levantarme supe que había muerto la esposa de un compañero de trabajo de 32 años. No estaba enferma y ni siquiera la había visto nunca, simplemente lo supe. Al llegar a las ocho al despacho, el compañero no estaba, y el jefe me dijo que no vendría a trabajar, pues el domingo había muerto su mujer (era diabética y tampoco lo sabía).
Supe el día y casi la hora en que moriría mi madre y he tenido desde aquellos tiempos otras premoniciones y no siempre en sueños, - algunas de ellas fallidas -, supongo que por no saber interpretarlas correctamente, o quizá tratarse de fechorías del subconsciente, ya que no sé interpretar cuando se trata de una cosa o la otra.
Como todo lo que no puedo controlar, me molesta y desconcierta, dado no le puedo dar ninguna utilidad, simplemente lo sé, como si recibiera un fax mental que no sé quién me envía, ni porqué. Cierto es que no me he preocupado nunca de informarme por qué me pasaba, dijéramos que me hace un cierto yuyu, una sensación de mal augurio e intento ignorarlo, como si no fuera conmigo.
Hoy, en levantarme a las siete, he sabido que había muerto Steve Jobs, así de sencillo y extraño, simplemente lo he sabido, sólo he tenido que cumplimentar el trámite reglamentario de encender el ordenador y certificar que la premonición era cierta.
Sabemos tan poco de nuestro cerebro. . .