Apalean, madre.
Ahora las llamamos fuerzas de inseguridad.
Han quemado las razones, madre.
Han quemado todas las palabras.
Como tú, madre, los policías tienen hijos;
intentan practicar la piedad, pero sus dueños
hacen como que se enfadan, madre,
porque quemamos contenedores.
Pero ellos han quemado las razones, madre.
Han quemado todas las palabras.
Han dicho que ellos saben cuál es la solución.
Y la solución es suya.
Sólo suya, madre.
No les queda margen, ya,
ni tampoco ganas ni vergüenza, para exigirnos silencio
ahora que llegamos al umbral del dolor, el esqueleto
despojado del grito.
Apalean, madre.
Son suyas las leyes que no curan
las heridas que nos hacen bramar.
La herida no nos la hemos hecho nosotros.
No me esperes esta noche, madre.



irene Climent