Publiqué hace unos días este comentario de Cioran sobre un joven alemán que pedía caridad. Pensé en él ayer por la tarde cuando al ir con la bici hacia Puerto del Carmen me encontré parados en el carril bici y con evidentes problemas, a una niña de unos doce años y un niño de unos 10, alemanes ambos. Iban con sendos patinetes de estos eléctricos, y al del niño se le había salido la cadena que para más inri se había atascado en el carenado. Intentaba hacerle entender al niño que si no conseguía sacar la cadena de la parte interior, no la podría volver a colocar bien, pero él se empeñaba en darle golpes a ver si la sacaba. Se me ocurrió decirle: como no cojas un martillo ... y el chico va y cruza la calle, se va a una mesa de un bar y coge el apoyo de aguantar la carta de bebidas y con él se pone a picar. Detrás de él, venía el encargado del bar dándole caña al niño, que se limitó a contestar - muy alemán él - 'lo necesito!'.
Le hicimos entrar en razón y finalmente el muchacho hizo caso y conseguimos poner bien la cadena y seguir así su marcha, el niño, la niña y un servidor.
Cuando volvía de Puerto del Carmen hacia Matagorda me los volví a encontrar a él y la niña que era su hermana y al cruzarnos me dijo: Gracias señor!, Pero más que darme las gracias parecía que e acabara de dar una orden.