Uno que es ateo gracias a Dios, recuerda y mucho la visita de Juan Pablo II a Montserrat en 1982. y lo recuerda porque mientras él estaba en Montserrat, yo, o sea un servidor hizo la metedura de pata más grande de su historia. La prueba es que a día de hoy todavía me acuerdo y sinó no a menudo aún me lo recuerda mi mujer.
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El día de la visita del Papa a Montserrat, la Nuri, mi yerno, mi hija mediana y el menda lerenda que diría Artur Más, íbamos a Blanes a los Tarantos a ver la actuacón de Esteban. Quienes son de Blanes suficientemente saben quién es Esteban, que tenía el local con este nombre tan catalán y donde actuaba y cantaba en directo.
Antes, nos pasamos a ver unos amigos (bueno, examigos a partir de ese día). Ella a quien llamaremos B, trabajaba en una tienda de ropa de piel en el Paseo de Blanes con mi mujer, estaba separada y tenía un niño de cuatro o cinco años. Se había juntado con un chico gallego al que diremos G, que la quería mucho y la trataba muy bien, pero que no quería saber nada del niño ya que decía no era hijo suyo.
Gracias a las buenas artes de mi mujer y a otra amiga habían conseguido que él aceptara aunque algo a regañadientes que el niño viviera con ellos. Todo estaba pues correcto y en su lugar. ¿Todo?, ¡Si! hasta aquella infausta tarde de rayos y truenos con visita del Papa de Roma incorporada en que intervino mi patente inconsciencia.
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Habíamos avisado por activa y por pasiva a Abel (mi yerno) que no comentara nada del niño por si acaso, a la Vane no hacia falta puesto que ya sabía la historia. Todo iba bien en un princio, B y G nos atendieron muy bien, mientras el niño jugaba por la torre y en la tele se veía el Papa que iba a su bola enmedio de los rayos y truenos que su jefe le envíaba a Montserrat.
Nos ofrecieron unas galletas, un poco de embutido y un Ribeiro fresquito que entraba muy bien, y... no se si fue el efecto del Ribeiro o que uno es el rey del despiste, pero el caso es que cuando ya nos despedíamos, G tenía al niño en brazos (el que no era hijo suyo), y el idiota entre los idiotas, o sea un servidor, dirigiéndose a G le dijo: "No se púede negar que es hijo tuyo, es igualito a ti"
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De momento no y caí, pero al salir Abel no entendía nada y mi mujer si no me mató aquella tarde ya no lo hará nunca. Abel no entendía nada y yo en caer en lo que había dicho no desaparecí tierra trágame por que no sabía cómo hacerlo y además tenía que conducir el coche.
No los hemos ido a ver nunca más, ni ellos tampoco nos han llamado. Supongo que se entiende. ¿Verdad?
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