DE LAVABOS DE HOMBRES Y MUJERES


Siempre que os hable de Nuri, me vengo a referir a la señora que se casó conmigo. Lo digo porque no he encontrado una palabra que defina nuestra situación sin utilizar el posesivo, da igual si digo, mi mujer, mi compañera, siempre tengo que utilizar el posesivo y no me gusta, por eso hablo de Nuri a secas. Pues bien, Nuri dice hace ya tiempo y no le falta razón, que muchas de las cosas que estàn mal diseñadas a nivel de vivienda y similares es debido a que lo hacen hombres y no mujeres. Para variar tiene toda la razón, y no hablo sólo de la distribución de las viviendas que suele ser caótica y fuera de cualquier lógica, cuando menos de una cuestión más simple pero importante y que demuestra esta teoría.

En una área de servicio o cualquier lugar público donde haya una fuerte concentración de especímenes de ambos sexos, en los lavabos de las señoras siempre hay una enorme cola, mientras que en el de los hombres la fluidez es lo normal. Quizás porque el espécimen de la parte masculina que ha diseñado los lavabos no se ha dado cuenta que las señoras se tienen que sentar para hacer sus necesidades y por lo tanto se tendría que dotar de más tazas de las que hay en los lavabos destinados a ellas. Es una cosa tan simple, tan evidente, que se evidencia por sí sola, pero a pesar de ello seguimos exactamente igual, y de aquí a veinte o treinta años seguro que también.
Entiendo que es una cuestión menor, pero que demuestra la poca delicadeza de la parte masculina de la especie humana hacia la contraría, incluso en cuestiones como ésta. Y seguramente si hablaseis con quien ha diseñado uno de estos lavabos, te diría: ¡tienes razón! no había caído, y se quedaría tan ancho.
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1 Comentarios

  1. Algunos hombres, como mi marido, tienen un extraño pudor a orinar delante de otros hombres, y se empeñan en utilizar la taza. Si todos los hombres hicieran lo mismo, las colas de los baños de hombres serían idénticas a las de los baños de mujeres. En sentido contrario, si las mujeres estuviéramos dispuestas a orinar unas delante de otras, en el mismo espacio sería posible que hicieran "aguas menores" muchas más mujeres, con lo que se acabarían las colas en nuestros baños. Así pues, creo que el problema no está en los arquitectos o diseñadores, sino en la diferencia sobre el nivel de exigencia que en lo relativo a intimidad tenemos hombres y mujeres (no entro ahora en la cuestión de si esta diferencia tiene un origen social o genético, ni en cuál de los dos sexos es el que resulta perjudicado con ella).

    antoniatobajas@hotmail.com

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