DE BOCADILLO Y VANGUARDIA


El escrito de Miquel hoy en su blog rememorando su infancia, me ha recordado un hecho cotidiano que él comenta y que yo también hacía, cuando con 14 años empecé a trabajar en la empresa Pere Prat, SA. Iba con el autobús del Martí. Como vivía en la Creu Alta, bajaba el transporte ya prácticamente lleno de Ca N'Oriac, y era bastante normal en aquellos tiempos ir en la parte posterior del autobús, agarrado a la barra que había en medio de la puerta de acceso, y el cuerpo medio fuera pues el cobrador no cerraba la puerta, entre otras cuestiones porque no podía de lleno que iba; el desayuno en una mano, envuelto con una hoja de la Vanguardia y la otra mano agarrada a la barra, y así íbamos al trabajo casi cada mañana.  La Vanguardia, impresa en papel no ecológico, que no destintaba, aunque a menudo quedaba llena del aceite del bocadillo que en aquellos tiempos se llamaba 'bocadillo' en catalán, y no 'entrepà' como ahora. Servía también para leerla mientras uno desayunaba, o sea que cumplía una doble finalidad.
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Esto es impensable a día de hoy para ir al trabajo, en cambio lo hemos trasladado a viajar por ocio y en los aeropuertos, cosas de la socialización de la aviación. Es enorme la cantidad de gente que viaja de un lugar a otro cada día y no sólo los meses de verano con la aparición de los vuelos baratos. Y no van colgados de la barra como en el autobús porque no es posible que si no todavía lo veríamos en días punta. Este cambio que se ha producido en los últimos años ha trastocado muchas pautas de comportamiento social a la hora de viajar y ha saturado nuestros aeropuertos a pesar del aumento de capacidad operativa de los de Reus y Girona, sobre todo este último que ha experimentado un crecimiento espectacular. Todo este cambio ha provocado que la saturación llegue al punto que el personal viajero se mueve y es tratado casi como si de transporte de ganado se tratara, y no sólo en Ryanair.
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Pero que quieres, que puedes pedir si te vas a Praga en chanclas y por 30 €; viajar en avión, antes, era cosa de privilegiados u ocasional en los demás mortales y todo iba dentro de unas pautas tranquilas y organizadas, pero actualmente con una gente que quiere que todo funcione como un reloj, que es incapaz de entender que con tanto movimiento es normal y lógico que hayan esperas, retrasos, pérdida de maletas, etc, resulta que todo son quejas y lamentos. Vayan cualquier día de verano al Aeropuerto del Prat y fíjense en la cantidad de gente que se traslada hacia una multitud de lugares del planeta, la de vuelos que salen y llegan uno tras otro, y entenderéis que mover tanta gente es complejo y cualquier pequeño incidente lo altera todo.

sbd: 30.4.2014

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