Este més de mayo se cumpliran 50 años de la revuelta popular en Francia, de los días airados de mayo del 68. Una revuelta que empezaron los estudiantes, que fue creciendo de manera espontánea y anárquica y a la que se apuntaron sindicatos y el Partido Comunista, con un Daniel Cohn Bendit de sólo 23 años como líder máximo de los estudiantes y un Jean Paül Sartre que andaba por enmedio sin enterarse de mucho como casi siempre. Eran tiempos de cambios, de revoluciones en Argelia, en Cuba, en la China con su revolución cultural, fue asesinado Martin Lhuter King y, enmedio el desastre de la guerra del Vietnam.
No dejó de ser una revuelta condenada al fracaso desde el primer momento. Romántica, atolondrada y utópica. De Gaulle no se inmutó, se limitó a esperar, a dividir el enemigo, dejar de pagar a los sindicalistas y dejar pasar el tiempo, prometió unas elecciones anticipadas y a finales de junio se disolvió la revuelta, entre otras cuestiones porqué huelguistas y huelgados, revolucionarios y revolucionados se tenían que ir de vacaciones. Y no lo digo en broma.
Querían cambiarlo todo a pesar de que todo siguió igual, no se revolucionó nada pero cambiaron muchas cosas momentáneamente, para diluirse después. La evolución posterior vino por sí misma no por aquel movimiento que visto con la perspectiva del paso de los años, no dejó de ser una "performance" de unos cuantos estudiantes aburridos a quien se les escapó de las manos el control de la situación sin que no fueran conscientes en ningún momento, y otros oportunistas aprovecharon para apuntarse. Después en volver a la normalidad, entre otras cosas se dieron cuenta que bajo los adoquines no había la playa, sino las alcantarillas del Estado, que el poder seguía y seguiría sin imaginación por los siglos de los siglos, que prohibido prohibir no era más que una frase ingeniosa sin ningún sentido, que las revueltas se habían acabado y que en estas luchas acaban ganando siempre los mismos.
Fue bonito mientras duró, lo pude seguir bastante bien al estar haciendo la "mili" en Palma de Mallorca donde llegaban diarios franceses que nos permitían informarnos de lo que no decían los diarios franquistas. Y no nos engañemos, de haber triunfado la revuelta (hecho imposible) no habría servido para nada, vease cómo acabó la revolución Cubana, sin ir más lejos. Sabemos que los triunfadores de haber conseguido sus propósitos habrían caído en los mismos tics y errores que aquellos a quienes querían derrocar, o peor aún, y eso Jean Paül Sartre, si que lo sabía.