La mañana es radiante, ya desde primera hora el cielo se ha quedado de un azul limpísimo y el sol calienta lo suyo. Las ventiscas del día anterior han dejado el paisaje limpio y descontaminado, las montañas parecen recortadas de nítidas que se ven.
Salgo a caminar Carretera de Prats abajo hacia el centro. Al llegar a la plaza Marcet me encuentro la niebla, no es muy espesa ni tampoco frecuente en esta época ni en esta zona de la ciudad, pero hay niebla.
Que extraño, - me digo -.
Mientras continúo caminando se me acerca una figura que reconozco pero que no debería estar acercándose hacia mi. Lleva su traje beige, camisa blanca, corbata y bien repeinado como en él es habitual.

Cuando llega frente a mí, sorprendido le increpo.
- No puedes estar aquí, estás muerto, te enterraron hace quince días ....
- Sonríe, con su sonrisa de siempre, franca y un poco burlona.
- Ya sé que estoy muerto, y tú también lo estás, he venido a buscarte.
¿Que? balbuceo sorprendido.
- Que he venido a buscarte.

Vamos, tendremos mucho tiempo para charlar de literatura, todo el tiempo del mundo.