Del episodio del váyase a la mierda, me he quedado con la foto de Marta Ferrusola, la mirada perdida enfocada medio de reojo expresa rencor, el cuerpo derrumbado, todo en ella es derrota, el espanto de quien comienza a comprender que ha perdido sus privilegios, lo único que le queda son los restos de altivez en su barbilla al cerrar la puerta del taxi mientras manda a la mierda a los periodistas.
Hay quien la defiende por aguantar día y noche los periodistas dicen que es duro, quizás si, pero nadie nos cuenta que durante treinta y pico de años esta ex-primeradama tuvo dos mossos de escuadra en la puerta durante 24 horas, en turnos de 8 horas, que significan seis mozos diarios, pagados por el erario, mossos que la acompañaban donde fuera en el coche oficial, y antes de los mossos de escuadra, los miembros de seguridad, incluso para compras personales de ella y sus hijos, como pude comprobar personalmente en más de una ocasión cuando se desplazaba a Sabadell a una tienda de piel.
No me da ninguna pena esta ex-señora, que se ha creído una referencia salvadora del honor patrio y es una vulgar y burda estraperlista. Como dice Miquel, todo se pondrá en su sitio, y dejarán de molestarla, pero ya nada será lo mismo, el mal, ella y su marido ya lo han hecho, y es irreparable.
Hay quien la defiende por aguantar día y noche los periodistas dicen que es duro, quizás si, pero nadie nos cuenta que durante treinta y pico de años esta ex-primeradama tuvo dos mossos de escuadra en la puerta durante 24 horas, en turnos de 8 horas, que significan seis mozos diarios, pagados por el erario, mossos que la acompañaban donde fuera en el coche oficial, y antes de los mossos de escuadra, los miembros de seguridad, incluso para compras personales de ella y sus hijos, como pude comprobar personalmente en más de una ocasión cuando se desplazaba a Sabadell a una tienda de piel.
No me da ninguna pena esta ex-señora, que se ha creído una referencia salvadora del honor patrio y es una vulgar y burda estraperlista. Como dice Miquel, todo se pondrá en su sitio, y dejarán de molestarla, pero ya nada será lo mismo, el mal, ella y su marido ya lo han hecho, y es irreparable.