No se por qué. Seguramente por haber alcanzado un buen grado de saturación: de saturación de... de todo esto, no es necesario especificarlo. Pero es el caso que me entran unas ganas violentas de escribir un poema que comience así:

     Oh, Señor, envíanos ya los bárbaros!
     No nos los haga merecer más.

Reflexionaba Fuster a este respecto. No sé, pero diría que los bárbaros que él se refería eran los nuestros, no el Islam. Lo digo porque más adelante lo remacha: El mal de Europa es que todavía hay millones de jacobinos por civilizar, y este es realmente el problema de este balneario decadente en que se ha transformado Europa.