La gente mayor ha tenido siempre la propensión a inculcar a los jóvenes todo un repertorio de consejos y nociones para ir por la vida, que únicamente son válidos para las personas mayores, de los que su única virtud es haber alcanzado la vejez a base de ir cumpliendo años y creerse ilusos que tienen una cierta experiencia que no es más que la reiterada acumulación de errores cometidos y no admitidos. Y ese es su drama, superados por su propio tiempo no pueden enseñar nada ni aconsejar en nada a los jóvenes; todo pasa demasiado deprisa y están desfasados y sobrepasados por unos nuevos tiempos y modos de comportamiento que les superan con creces.

El mejor consejo que una persona mayor puede dar a un joven es no darle ninguno, dejarle que como él, aprenda aunque sea a base de errores, de hecho tampoco el joven haría demasiado caso de sus consejos, sobre todo viendo los resultados obtenidos por quien se los da. De hecho, el único consejo que se podría dar es hacer caso al sentido común, pero esto no se puede enseñar, va en el adn de cada uno y la verdad es que no es muy habitual.

Un joven no es un viejo con menos años en las mayoría de los casos, sencillamente es otro tipo de persona. Y cierto es también que hay bastantes viejos que hace años y años que lon son, algunos ya nacieron viejos, sólo que aún no se han dado cuenta.