Está escrito: "No juzgues, si no quieres ser juzgado" (o quizás era: "No juzgues, y no serás juzgado, no me acuerdo), algo así seguro que era. Sin embargo, y como quiera que sea, al parecer, seremos - y de hecho ya lo somos - irremediablemente juzgados. ¿por qué, pues, privarnos ahora del gusto de ir juzgando a los demás por nuestra cuenta?. Al fin y al cabo es una manera de adelantarnos a los juicios de los otros, y también, y en cierto modo una anticipación de la venganza.