Horas después del trágico atentado de París que ha dejado más de 130 muertos y decenas de heridos, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, aprovechó la ocasión para dar apoyo a las palabras del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que manifestó que "muy pocos" refugiados sirios llegan a Europa perseguidos y cuestionó que todas las personas que cruzan las fronteras sean "trigo limpio".
El obispo de Donostia se apoyó en las sospechas de que uno de los terroristas de París haya seguido el camino de los refugiados desde Grecia, por los Balcanes, Austria y hasta la capital francesa. A pesar de no estar aclaradas las circunstancias de este hecho, el prelado ha coincidido en sus argumentos con la ultra derechista gala Marine Le Pen y con los conservadores polacos.

Es vergonzoso, la secta terrorista más grande de la historia de la humanidad, la que directa o indirectamente más muertes ha causado a lo largo de su siniestra historia, la que más daño ha hecho, la gran vergüenza eterna de la humanidad que es la iglesia católica, se permite pontificar y tergiversar la información y acusar al más débil, al exiliado, al inmigrante forzado. Le Pen y estos obispos fachas les acusan de todos los males en vez de compadecerse de ellos o tratar de ayudarles en su desgracia, pero a ellos y a ella eso les da igual, son bestias sedientas de sangre que arremeten contra esta pobre gente que ni puede ni se sabe defender de su miserable mezquindad, bastante trabajo tienen en intentar sobrevivir ellos y los suyos en esta hostil Europa que les ignora.
Siento vergüenza de Cañizares o del Munilla éste, son pura basura residual, subproductos indigentes mentales, muertos vivientes sin amor ni respeto al próximo, lejos, muy lejos del mensaje de Jesús de Nazaret, tan lejos que la distancia se hace eterna, lástima que no haya infierno, quemarían allí por toda su puta eternidad. Incluso en esto el cristianismo es tramposo, ni siquiera los pecadores los hipócritas, los fariseos tienen que pagar por sus pecados. Malditos sean Cañizares y Munilla, yo en nombre de mí, que soy mi único dios, les maldigo por toda mi relativa eternidad. ¡Ah! el sujeto viscoso de la foto vestido de marjorette es el tal José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián.