Cuando Arribas Castro decía que la ciudad es un millón de cosas, no iba desencaminado. Un domingo por la mañana en una ciudad mediana como Sabadell te puedes encontrar a un señor con abrigo largo y sombrero de ala ancha, cabello largo y barba incipiente, paseando el perro, hasta aquí nada extraño, si no fuera por que en su cuello se movían como Pedro por su casa dos ratas. Me ha llamado la atención, pensaba primero que eran ratas de atrezzo, pero he visto que estaban vivas. Según el hombre, las ratas se pueden adiestrar como los perros, es más, afirmaba que hacen más caso que los perros. Si él lo dice...

Le habría tenido que retratar a él y a las ratas, y no lo he hecho con esta mania mía de que no me gusta hacer fotos a la gente, y lo tendría que haber hecho, o quizás no, la imagen del encuentro que la tengo fresca podría ser el tercer estado de conciencia del que nos hablaba Ouspensky. 

Sólo tengo una duda en el personaje del señor de las ratas, si ya me perdí en su día a Bolaño o Lamborghini, no se si en él me he perdido alguien interesante, o sólo era un fantasma epatante instalado en su performance. El próximo domingo intentaré salir de dudas, si los encuentro claro, a él y a las ratas.