EL diario de Sabadell publicaba la semana pasada una fotografía de unas zapatillas colgando de unos cables en una calle de la ciudad, no se si son las primeras o ahora es cuando se han enterado los del D.S, el único diario del mundo que cierra en agosto por vacaciones, o cerraba por lo menos antes, de hecho, hace años que dejé de comprarlo. Fue el otro día un poco por casualidad que vi la noticia y le saqué esta foto.

El 'Shoefiti', un juego de palabras en inglés que combina el vocablo 'shoe' (zapato) y grafiti. Una práctica que consiste en adornar las calles con calzado de todo tipo colgando de los cables telefónicos y de la luz.

No se puede decir que esta moda acabe de llegar a la ciudad, empezó en el año 2007, algunas fuentes aseguran que esta costumbre se inició en los barrios conflictivos de EEUU, pero cada vez es más común encontrarse con zapatillas en las alturas. Como si de una zapatería aérea se tratara, el arte del 'Shoefiti' se puede observar ya en varias calles o en pleno centro de muchas ciudades. 

Sea una forma de expresión alternativa o una simple gamberrada generalizada, lo interesante de este movimiento viene cuando se empieza a rastrear Internet en busca de respuestas a esta extraña afición de colgar zapatillas de los cables. 
En 2003, una circular del Ayuntamiento de Los Ángeles (EEUU) iba más lejos y advertía que “las zapatillas colgadas” indicaban “sitios de venta droga”. Incluso se llevó a cabo una campaña para retirar cualquier rastro de zapatillas aéreas en las calles de la ciudad.

Otras interpretaciones menos oscuras indican que esta práctica es una forma de celebrar el fin de un curso académico, de anunciar un matrimonio próximo o comunicar a todo el barrio la pérdida de la virginidad… Hay tantas versiones como pares de zapatillas. Arte o leyenda cada zapatilla deja huella y tiene su historia.