INQUIETANTE CENSURA AMBIENTAL


A veces, sucede que alguien expresa exactamente lo que uno pretendía decir, o expresa sus propias dudas exactamente como si fueran las de uno. Este seria el caso de este artículo de Fernando Onega en La Vanguardia. La foto aunque aparentemente no tenga a ver con el texto, quizás si, andamos brumosos más de uno en todo en general.

"Esto de hacerse mayor tiene sus problemas. Cambian las referencias, entran en juego valores distintos y uno tiene que estar en actitud de constante reconversión. A este cronista le ocurre mucho en los últimos tiempos. Le ocurre, sobre todo, al contemplar algunas actitudes de los nuevos ocupantes de parcelas de poder y las reacciones de sus oponentes. No sólo cambian las formas de hacer política y la ideología en que se basan, sino los criterios y aceptación de conductas antes políticamente incorrectas. Uno de sus problemas está siendo definir los límites de la libertad de expresión.

Hasta ahora entendía por libertad de expresión la posibilidad de decir lo que quisiera con una condición: respetar la verdad y los derechos de los demás. Pero un día una compañía de títeres decidió lucir como parte del argumento de su espectáculo una pancarta que decía Gora Alka-ETA. Las reacciones han sido las que corresponden a la triste división de las dos Españas: la que incluso llegó a denunciar a la alcaldesa Carmena por permitir ese delito de fomento del odio y enaltecimiento del terrorismo, y la que entendió que era un recurso narrativo lícito en nombre de la libertad de expresión. Quien haya defendido la primera postura es un facha peligroso; quien haya defendido la segunda es poco menos que un destructor de la paz
civil.

Algo parecido ocurrió con el Padrenuestro –“sexual” le llaman—recitado en un acto también patrocinado por un ayuntamiento, el de Barcelona. Los representantes del PP se ausentaron y varios medios informativos publicaron enérgicas protestas por esa falta de respeto a la moral que algunos calificaron como blasfemia, tolerada por la alcaldesa Colau. Los defensores, en cambio, alegaron la necesidad de respetar la creación artística y la libertad de expresión de los demás. Ahora mismo, no sé si la curiosa oración fue una blasfemia, un delito o un ejercicio de libertad.

Metido en esas dudas, el concejal de Seguridad de Madrid sufrió el acoso callejero de cientos de policías municipales por algún motivo laboral. Según qué periódico se lea, puede haber sido un escrache o un episodio de tinte sindical. Quienes simpatizan con Podemos se apresuraron a decir a la derecha: “A ver si ahora lo condenáis como condenabais los escraches a los vuestros”. La parte contraria no llega a celebrar el asedio, lamenta los hechos violentos, pero le parecen más graves los escraches a los conservadores (que siempre tienen un niño mirando) y se le nota un cierto regodeo: “Les han dado su propia medicina”.

Confieso ante ello que me he perdido. Empiezo a no saber dónde están las referencias éticas. Me da miedo condenar algo por si me he quedado antiguo, pero me da miedo defender algo, por si he perdido principios profesionales. Hay una censura ambiental inquietante. Hay un choque de culturas como no habíamos visto. Y eso que Podemos todavía no llegó al gobierno de la nación."

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