Los votantes del referéndum celebrado en Suiza este domingo han rechazado la iniciativa de expulsar a los extranjeros que violen la ley, incluso si cometen delitos menores, informa Associated Press. La polémica iniciativa, propuesta por un partido nacionalista de derecha, preveía expulsar a los extranjeros, incluso por exceder la velocidad o insultar a la policía, si estas infracciones se cometen dos veces en 10 años. Los detractores señalaban que "la medida estigmatizaría a los extranjeros de manera injusta", destaca la agencia.

Los suizos decidían ayer si se aplicaba una ley que permitiría expulsar extranjeros por delitos menores. La votación de ayer en Suiza daba mucho miedo. En realidad, el país tenía varias citas con las urnas este domingo, pero celebraba un plebiscito que destacaba por encima de todos: el que se realiza sobre la propuesta del Partido Popular Suizo para expulsar automáticamente a los extranjeros que cometan delitos menores, un baremo para medir la postura de la población sobre la actual crisis migratoria mundial.

Este plan contempla la expulsión automática y sin derecho de apelación por delitos -como infracciones de tráfico-, hasta ahora punibles con leves condenas de prisión o multas, según la legislación actual, que sí contempla esta medida de extradición en casos de violación, abuso sexual o asesinato. Además, de aprobarse esta medida el juez quedaría privado de su capacidad para decidir individualmente y atendiendo a circunstancias personales sobre cada uno de los casos.

De momento, la iniciativa ha sido rechazada, pero mucho me temo que es cuestión de tiempo que se aplique, muy en la línea del proteccionismo conservador que invade a toda Europa, Alemania incluida. La ola, o el tsunami de refugiados ha cogido a los Gobiernos europeos con el paso cambiado y desconcertados no saben qué hacer con un problema real que tienen encima. La solución, proteccionismo insolidario, lo más fácil y recurrente sobre todo pensando en los votantes.

Habría que recordar a nuestros Gobernantes que hay de nuevo un fantasma que recorre Europa, una Europa vieja, mezquina e insolidaria que no sabe, ni quiere resolver un problema muy grave que tiene con millones de migrantes que llaman a su puerta, y que, como en la valla de Melilla, si no la abren, saltarán por encima, pero entrarán, de hecho, muchos ya están dentro, sin ninguna condición humana digna, pero ya están dentro.