Hay jornadas, pocas, pero gloriosas, en nuestra vida, que parecen hechas adrede para tentarnos a la ilusión, a ciertas ilusiones secretamente, incorregiblemente necesitadas. Por ejemplo, si os encontráis con el amor que ya no esperabais, cuando ya no os pensabais esperarlo. Es seguro, ¡ay!, que la sorpresa deslumbrante, dará paso, después, a la misma y áspera desolación de siempre, del diario consternado. Y con todo, ¿por qué no deberíamos ceder al encanto fugaz, a la dulce promesa incumplible, si eso nos puede valer unas horas, las que sean, elevadas a sutiles transfiguraciones? Vendrá el momento del desengaño, del retorno al silencio y la soledad, y en nuestro mundo las ausencias habrán aumentado. Pero nada podrá desvanecerse nunca más, de nuestra memoria ni de nuestro cuerpo, el hecho de haber vivido ese instante insondable.

Indagaciones Posibles
Joan Fuster i Ortells