CREMATORIO DE UNA SOCIEDAD


Decía no recuerdo ahora quién, que cuando el hombre deja de creer en Dios, es capaz de creer en cualquier cosa, aunque quizás debería ser al revés. Hará tiempo de la cita, ya que en los tiempos actuales, tan políticamente correctos, diría: los hombres y las mujeres o los ciudadanos y las ciudadanas, o los campesinos y las campesinas. Digo esto, porque es cierto que en la época actual tenemos una ciudadanía que es una mezcla de hedonismo y nihilismo, bastante desconcertada y sin ningún tipo de valores donde regirse en su quehacer diario y que ha cambiado el concepto de dios por otros dioses menores, más tangibles y menos etéreos.

Perdido o en franca decadencia el concepto de familia, con la carga de autoridad no ya física sino moral que comportaba, sin ningún respeto por las personas mayores, la clase docente y lo mismo con la política, poco a poco se ha generado una sociedad amorfa, banal, bastante idiotizada y de una enorme fragilidad emocional. Una sociedad que no cree en nada en concreto, o si lo hace es abrazando dudosas ideologías.

Perdidas las culturas del esfuerzo, del sacrificio y de la responsabilidad hacia los otros, el individualismo hedonista campa a sus anchas. Y claro, al no haber una base sólida para afrontar los retos reales del hecho de vivir, la frustración, el fracaso y la angustia están a la orden del día. Comienza por ser un fracaso la escuela que tira a la mayoría de edad adolescentes ignorantes, sin ilusión por nada que no sea la diversión fácil y la banalidad por bandera, sin ideología, ánimo, ni el más mínimo espíritu de sacrificio, generación tras generación sin calificar, aspirantes a menos que mileuristas en el mejor de los casos o parados de oficio de por vida.
No sorprende pues que nos digan que la primera causa de muerte en Catalunya entre los jóvenes sea el suicidio. No sorprende - digo -porque es la consecuencia lógica del comportamiento anómalo y enfermizo de toda una sociedad desorientada y perdida en medio de la banalidad absoluta, que parece difícil de reconducir. Y si este desbarajuste ya se vislumbraba en época de supuesta bonanza económica, la crisis actual y lo que nos viene encima no hace más que agravarlo.
No es sólo un problema nuestro, pasa por todas partes, aunque aquí sea más acentuado. Otra muestra la tenemos en China, pero podría perfectamente ser en Japón, la última moda estúpida consiste en un aparato donde simular su propia cremación por 60$, francamente lamentable, pues estos que entran en este juego virtual no es necesario que se suiciden, están ya muertos, sólo que no se han dado cuenta todavía.
Vienen tiempos difíciles y la respuesta no la encontraremos en Dios ni está en el viento, sino en volver al principio, a la sobriedad, el esfuerzo, el sacrificio, la solidaridad y la humildad.

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