"Me llamo Ana, tengo 96 años y he muerto en la más absoluta soledad" - Esta es la carta que podría haber escrito Ana, compañera de habitación de mi madre en la residencia en la que vivía:
  • "Hola. Me llamo Ana. Tengo 96 años. He fallecido hoy a las 3:30 de la madrugada en la mayor y más absoluta soledad. Solo la persona que comparte conmigo la habitación, también enferma terminal, también muy mayor, me acompañaba. Llevo varias horas en la cama; solo una enfermera, al ver mi estado, ha dado el aviso para que me vengan a buscar.
  • Tanto tiempo dedicado a mis hijos, a mi marido, a mis nietos, trabajando para mi país… y nadie me ha cogido de la mano mientras me iba, nadie ha llorado mi pérdida junto a mi cama y nadie me va a echar en falta. Quizá en algo no acerté, o quizá, simplemente, la vida es injusta con la gente mayor…”

RESPUESTA: 

"Apreciada Ana: No eres la única, hay muchas Ana como tu, y más que habrá. Eres una vieja y molestas, no aportas nada y por eso igual que de pequeña te aparcaban en el colegio, ahora has acabado tu viaje aparcada en una triste y desoladora residencia, que no se porqué le llaman residencia y no precementerio. 
Sabes Ana, eso sucede porquè así está organizada esta sociedad, te acuerdas de aquello del tanto tienes tanto vales, pues eso, y poco debes tener si te han dejado morir sola. Sabes Ana, no se trata de que acertaras o no, simplemente eras mayor o vieja y a nadie le interesabas como sucede con la mayoría de viejos, ese estorbo tan molesto e incluso poco decorativo, con sus achaques, males, pastillas y deterioramiento, que da trabajo y molestias, y la gente no quiere a nadie que le de trabajo y molestias.
No has hecho nada mal, Ana, solo has cumplido demasiados años, y eso en esta sociedad hedonista se paga con la soledad, la soledad de quien habiendo cumplido con todas sus obligaciones no recibe ninguna compensación, la soledad exterior e interior, y es que es muy dificil saber cuándo uno debe morirse, quizás habría que saber escoger el momento, ¿però cuando es el momento?

Descansa en  paz, Ana....