Quienes como un servidor, somos genéticamente escépticos, y con un aparente eclecticismo que en realidad esconde una carencia de criterio definido, estamos condenados a encontrar bien casi todo el que hacen los otros, minusvalorando lo que es propio, y para más inri, ya damos por hecho que siempre habrá alguien que encontrara mal lo que hagamos nosotros. Y esto no es modestia, ni falsa modestia, simplemente es así. De hecho ser y ejercer de escéptico tiene sus ventajas: elimina de raíz la posibilidad de sufrir de vanidad o envidia, que son de mucho y mal sufrir, y no hay la necesidad de creer en nada.