Cuando la nueva política quiere desentronizar a la vieja, con la honestidad por bandera, sabe o debería saber que debe de tener un pasado impoluto, pues la vieja política (medios afines incluidos) rastrearà hasta el último detalle de este pasado, a fin de encontrar algo que pueda usar en su contra, aún que sea algo ínfimo o no muy gordo, como le ha sucedido a Ramón Espinar, y no debe este sorprenderse en su ingenuidad, las reglas del juego son las que son, y valen tanto para la vieja como la nueva política, puesto que las dos en el fondo están igual de contaminadas. 
De hecho, el lo està menos porque aùn no ha accedido al poder, véase sino su señor padre, exalcalde i beneficiario de las tarjetas black, o sea que de casta le viene al galgo, en la parte negativa a este puro corazón espinado.