El escenario es tan simple que no da para más, ni hay tampoco hacer una reflexión demasiado profunda. Por un lado hay unos piscópatas paranoicos que mandan, que son pocos, y el resto unos ciudadanos amuermados que obedecen - que son muchos - Eso hace tres o cuatro mil años que es así, depende de qué civilización estamos hablando, y va camino si el planeta aguanta, de continuar de esta manera tres o cuatro mil años más.
Y van pasando los años, hay revueltas, movimientos alternativos, algún momento en que parece que se romperá el eslabón de esta cadena que nos oprime y angustia, pero es un espejismo, pocos mandan y muchos obedecen, así de simple es, ha sido, es y será así, por los siglos de los siglos, amén.
El problema es que cada vez más, mandones y mandados son más idiotas, más estúpidos, y eso si que es un problema, ya que antes, en los mandones se suponía que había aunque fuera poca, cierta brizna de inteligencia, de lucidez, y esto, a día de hoy, ha desaparecido, los mandones son aún más idiotas que los mandados. Este es el principio del fin del círculo vicioso de la estupidez humana.

Hay quien dice que llevamos 28 siglos de estupidez humana, y el lamentable espectáculo continúa, quizás sea cierto que sólo Bach nos salva de este desatino.