La llegada a la presidencia de los Estas Unidos de un personaje como Donald Trump, un individuo que defiende ideas racistas, que ha comenzado su mandato expulsando musulmanes y prohibiendo la entrada a su país de estos, les da carta blanca a los supremacistas como él. Ya no se esconden, se sienten apoyados para defender abiertamente un fascismo contra el que la Historia pensábamos nos había vacunado para siempre, un fascismo que ya no volvería, pero la historia se repite, y el fascismo de corbata ha vuelto y se extiende sin rodeos por la ultraderecha de todo el mundo.

Trump no sólo es peligroso por lo que hace sino por lo que significa. O quizás más por lo que significa, pués posiblemente no hará más o menos daño del que habría hecho Clinton, pero él no guarda las formas, con él, se normalizan la xenofobia y el odio. Con él, se legitima el fascismo. Le han votado, se dice, de la misma manera que los corruptos del Pp afirman que las urnas les absuelven de sus pecados. Para los que confunden la democracia con los votos, las elecciones lo justifican todo, incluso la no democracia y el totalitarismo. Por eso, el triunfo de Trump es un apoyo que da alas a todos los fascistas europeos que como buitres rapaces la estaban esperando para alzar su siniestro vuelo.

Trump no es sólo una enfermedad, también es el síntoma de lo que está pasando en los países desarrollados. No es necesario ir a los Estados Unidos para denunciar muros, en Israel hace tiempo tienen uno de vergonzoso. España misma tiene una valla coronada de hojas punzantes. Europa entera está amurallada para impedir la entrada de personas migrantes y refugiadas. Los recibimos como enemigos con perros, palos, alambre de espino y gases. Los dejamos morir en el mar o los encerramos en las mismas condiciones de frío, insalubridad y hambre de los campos de concentración de la guerra. Hemos creado un infierno para los migrantes, y al infierno iremos nosotros, ellos ya están en él.

Como de costumbre Europa indefensa, vacila ante esta avalancha de fascismo, no actúa ni sabe cómo actuar, y España, dice que apoyará a Trump y sus políticas y que si algo no le gusta se lo dirá con la boca pequeña para que no se enfade y por supuesto no les haga ni caso. Tenemos mala pieza en el telar, y estamos en el ojo del huracán, de un huracán que se nos llevará entre Rusia y EEUU. Ya dicen que eran dos que se peleaban y el tercero recibió, y el tercero somos nosotros.