DE LA PROSTITUCIÓN UNIVERSAL


De cómo en el Desarrollo las cosas se subliman en forma de dinero, y, cómo correspondientemente las Personas,  que al  fin y al cabo son también reales, se hacen ellas mismas también dinero, es de lo que estos días estábamos tratando. Y a tal propósito, un  estudio de cómo  se ha generalizado en este mundo la institución de la prostitución, el oficio más viejo del mundo, como  dice  el pueblo con más razón  de lo que pueden entender los Individuos, parece pertinente.
Para ello, conviene primero examinar un poco la prostitución en sentido estricto, esto es, la de las mujeres. Que su prostitución es la institución más vieja de la Historia se  entiende recordando que la Historia misma comienza con el sometimiento de las  mujeres (y de su amor y su peligro) al Sexo Dominante (que lo es en toda sociedad histórica: todas son patriarcales, y la Sociedad del Bienestar, naturalmente, más que todas, pues que en ella la asimilación de las mujeres al Poder, al Sexo Dominante, alcanza su grado sumo), y ese sometimiento consiste en que, como ya vislumbraba Engels, las mujeres se convierten en la primera forma de dinero.
En una Cultura ya muy avanzada (aunque todavía muy lejos del Desarrollo) como es la nuestra antigua, el dueño de la mancebía puede dejar de hielo al pobre jovenzuelo enamorado anunciándole que ya ha vendido la muchacha que él amaba (en  20 minas, que calculo como equivalente vago de unas 750.000 pesetas  actuales,  lo que  suele  ser, desde  ahí hasta el triplo, en el mundo helenístico el precio de un esclavo fuerte o de una esclava hermosa), y confirmándole así la venta (Plauto, Ps 347): «amicam tuam esse factam argenteam», «que  tu amiga se ha hecho  de plata», esto es, se ha convertido en dinero.
Y así, ya sea por la prostitución al menudeo, ya sea por el matrimonio, con o sin dotes o arras numeradas (que en el Desarrollo toman la forma de participación de la Pareja, con el ingreso del trabajo de ambos componentes, en la conjunta economía, de modo que la igualación del dinero iguala los sexos, naturalmente en la forma del Masculino), se han venido vendiendo a lo largo de la Historia entera las mujeres.
Que en el Desarrollo la prostitución de mujeres, la dedicación de las mujeres a trocar sus encantos o favores por dinero, haya alcanzado (no importan los restos míseros de prostitución de tipo más arcaico) la dignidad y el estatuto que se sabe, de tal modo  que puedan las putas de  cierto standing anunciarse entre las  otras Profesiones en la Prensa sería (p.ej. como acompañantes finisemanales de Ejecutivos del Capital o del Estado), o venderles tranquilamente las niñas bien hechas sus encantos a las  portadas de  revistas o a los  vídeos, o en fin,  organizarse en Sindicatos (al menos de putas de autopista para arriba), no es más que una indicación de la condición esencialmente prostituta de la Sociedad del Bienestar entera.
No puede el Hombre del Bienestar promocionar la prostitución de sus mujeres sin que Él mismo resulte implicado en el manejo. Y eso es lo que estamos descubriendo hoy en este análisis: que el esquema de la prostitución (ej. «Te has hecho de plata, amigo», ej. «Te has vendido», ej. «Te has hecho dinero») aparece en el Bienestar   generalizado,  istitucionalizado,  por medio lo mismo de la Banca  que de las oficinas del Fisco del Estado–Capital; y, como ya no es deshonroso hablar de dinero ni venderse, sino  lo más honroso, franco y verdadero, esa venta del hombre, no el tener dinero, sino  el ser dinero, es el fundamento declarado de todo el Estado de Bienestar.
Pero  hay  que  distinguir: no  se  trata ya  de  vender el trabajo de  uno,  de cobrar por  lo  que  hace  (que  eso es la institución del  Trabajo en las economías más arcaicas), sino de venderse uno mismo, de hacerse uno mismo valor en el Mercado, de ser uno literalmente, numéricamente, su propio interés y Capital. Eso es lo que estudiaremos algo más en la siguiente entrega.

Una escueta denuncia de las principales falsedades sobre las que este mundo se sostiene - Agustín García Calvo - arrezafe.



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