La era digital diluye la frontera entre la conversación pública y la privada porque se puede grabar todo y la gente cree que tiene derecho a verlo y escucharlo todo. Esa es la clave. De manera que el mejor lema en el siglo XXI para la comunicación política y empresarial es: "No haga nada que no esté dispuesto a contar, porque alguien lo va a contar por usted".

En lo referido a los casos de Iceta y Bonvehí, interviene el factor 'compañero de partido', que malévolamente difunden unas conversaciones privadas dentro del àmbito de una reunión, es aquello, de amigos, enemigos, saludados y... compañeros de partido, no ha sido una pilladaq de micrófono abierto com Aznar, Trillo o Jordi Sevilla en su día. Aqui, ha habido una intenciòn de elevar a público lo que Iceta o Bonvehi comentaban en privado, y eso no es nuevo, y es de un a enorme bajeza moral por parte de quien  ha grabado y difundido sus palabras.

A Iceta, a Bonvehí o Santi Vidal entre otros, les ha traicionado un exceso de confianza en los mecanismos de control del viejo mundo, ahora han entendido que en el nuevo mundo, todo se sabe al instante, que ya no ha intimidad, ni libertad posible, que cualquier acto de una persona pública, en un bar, restaurante, espectáculo, en la calle, puede ser retransmitida en directo por cualquier mindundi armado con su teléfono inteligente. Estamos rodeados de cachivaches inteligentes, pero no se nos pega nada de esta inteligencia a los homínidos, al contrario, estamos ante la dictadura digital, de la que no se puede escapar, y no hay ninguna ley que la regule, como en el Salvaje Oeste. los nuevos pistoleros campan armados con su smartphone en ristre.
Quizás, consciente de ello, es el por lo qué no tengo feisbuc, twitter ni instagram, no ya para perjudicarme a mí mismo, al menos para no perjudicar al otro, y twitter sobre todo debería prohibir a los políticos, no están preparados para usarlo con un mínimo de entendimiento y decoro. Y no lo digo por el del tupé tuneado, sino en general.