... si las hubiera dibujado un colonizador europeo. 

- Una de las cosas que más chocan al ver un mapamundi por primera vez es la asombrosa precisión de las fronteras de los países africanos y de Oriente Medio, especialmente en comparación con los accidentados lindes de Europa y el Extremo Oriente. ¿Cómo es posible que tres países saharianos, como Malí, Níger y Chad tengan exactamente la misma forma y estén divididos por unas fronteras rectilíneas de miles de kilómetros de largas?

Para responder esta pregunta hay que irse a Berlín en 1885 y sentarse en la mesa con los prebostes de las potencias europeas de la época -Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica- repartiéndose el botín de África con escuadra y cartabón, trazando fronteras artificiales y dividiendo etnias, ríos, ecosistemas y accidentes naturales.

De aquellos polvos, estos lodos: muchos de los conflictos interétnicos que arrastra África y Oriente Medio hoy en día (incluida la sangrienta guerra de Siria) son la consecuencia directa de la insensata codicia de las metrópolis europeas.

El periodista y arquitecto de origen árabe Karl Sharro nos propone un ejercicio de geografía-ficción: ¿cómo hubiera quedado el mapa de Europa si hubiera sido dividido del mismo modo arbitrario que el de África? O, en sus propias palabras, “queremos modificar las fronteras europeas para garantizar un futuro más estable y pacífico”.

El mapa resultante no escatima en líneas rectas y se pasa por el Arco del Triunfo las fronteras naturales, excepción hecha de las costas: la Península Ibérica queda dividida en cuatro “gajos” más o menos iguales: Andalucía, Portugal, Castilla y Cataluña, en tanto Francia se fragmenta en dos grandes franjas, una occidental -Galia- y otra oriental, Francia propiamente dicha. Italia, por su parte, sólo mantiene el hombre en la mitad al sur de Roma, mientras el norte se convierte en Lombardía, una división que haría las delicias de la Liga Lombarda (y coherente con este otro mapa).

Sharro se permite la ironía de convertir Sicilia en “Líbano Occidental”, una referencia al “Sáhara Occidental” africano, la última colonia del decadente Imperio español en el mundo.


Obviamente, todo es un chiste pero, como todo buen chiste, tiene una moraleja: no es difícil imaginar los conflictos fronterizos que podrían desencadenarse en una Europa rediseñada a golpe de compás, algo no muy diferente de los que asolan medio mundo gracias a la vesania de nuestros bisabuelos colonialistas.


Visto en Magnet. via: strambotic - diario publico.es