Explica Marius Carol en la Vanguardia, que hoy se presenta en Barcelona el libro Un golpe de vida, de Juan Cruz (Alfaguara), donde este, explica que, recién aterrizado en Estambul para entrevistar Orhan Pamuk, recibió un mensaje de Milena Busquets que le anunciaba la muerte de Umberto Eco. La autora de También esto pasará le explicó que lo acababa de leer en Twitter. La incertidumbre es un chicle que se tira en el inodoro, pensó en la soledad ruidosa del aeropuerto. Mario Vargas Llosa era el responsable del Tweet, pero de repente Cruz se dio cuenta de que el peruano no tenía Twitter. Como tampoco tenía Eco, hizo un par de llamadas y descubrió que el italiano estaba vivo: quizás el sórdido bromista era el mismo que había anunciado antes la muerte de Vargas Llosa. Twitter está plagado de asesinatos, que resucitan en la primera comprobación.
La última persona que ha perdido la vida durante unas horas en esta red social es Svetlana Aleksiévitx, la bielorrusa que obtuvo el premio Nobel de Literatura en 2015. Fue ella misma, un poco alterada, quien ayer desmintió su muerte anunciada en 140 caracteres. También J.K. Rowling, la autora de los libros de Harry Potter, fue asesinada en Twitter mediante un fake con el nombre de John Le Carré. La literatura está basada en la fantasía, pero una cosa es recrear un universo mágico y otra falsear el mundo real.
Basta de llamar postveritat la mentira: todos los fascismos comenzaron con una falsedad. Las redes sociales han puesto al servicio de los desaprensivos un arsenal de argumentos para engañarnos con presuntos noticias que unas veces son calumnias y otras simplemente engaños. El problema se amplía cuando algún periodista, traicionado en su buena fe, da por buenos tuits que sólo pretenden hacer daño. La muerte de Aleksiévitx la divulgó Le Figaro, en difundirla sin comprobarla fehacientemente. Las redes son una selva llena de trampas para elefantes. Como si no fuera lo peor oxímoron intentar matar personajes inmortales.
De hecho que Svetlana Aleksiévitx esté viva o muerta a mí no me afecta, su obra es igual de vigente en cualquiera de los dos estados y físicamente no creo llegue nunca a conocer el personaje: ¿Shakespeare está muerto o vivo?, ¿y Bolaño o Cervantes? precisamente una de las cosas que da la literatura es la inmortalidad y eso Bolaño bien lo sabía.
La solución a toda esta desenfreno, es, divorciarse de Twitter, feisbuc y otros, y volver a la antigua usanza de comunicar y comunicarse, todavía hay gente a día de hoy que se escribe cartas y las envía con su sobre y su sello, o que incluso llama con su teléfono para hablar con otra persona, ya sé que son casos aislados, pero los hay y los habrá cada día más, esta saturación de inmediatez informativa rebosante de posverdad, cada vez debe ser más insoportable.