"Estoy en una habitación sin ventanas que se abran ni puertas que se cierren, algo que puede parecer un manicomio, pero que en realidad no es más que una habitación, la habitación en que una vez más me siento a escribirte, otra carta más, otra hoja de papel, sorda, muda y ciega. Cuando termine la tiraré al aire y por así decirlo desaparecerá, pero el aire no opinará lo mismo.
Estoy escuchando tus preguntas. La razón de que no las conteste es que de ninguna manera son preguntas. ¿Hay respuesta a una piedra o al sol? “¿Para qué es esto?”, preguntas, a lo que solo se puede contestardiciendo que no todos somos utilitarios. 
“¿Quién eres en realidad?” es la pregunta que hace el gusano de la manzana mientras la atraviesa. Un corazón roído puede ser el centro, pero ¿es la realidad? En cuanto a mí, tal vez no sea más que el espacio entre tu mano derecha y tu mano izquierda cuando colocas las manos en mis hombros. Mantengo tu mano derecha y tu mano izquierda separadas, a través de mí también se tocan. Se parece al silencio, que también es un sonido. Yo soy el tiempo que tardas en pensarlo. Entras en mi tiempo, sales de él, yo no puedo entrar ni salir, ¿por qué preguntarme? Tú sabes cómo es y yo no. Los espejos no sirven para nada.
Pregúntame en cambio quién eres tú: cuando entras en esta habitación por la puerta que no está, no es a mí a quien veo, sino a ti."

Este relato corto es de la escritora Margarett Atwood. En el diario.es, Marta Peirano escribe un interesante artículo y reflexiona sobre la distopía que escribió Atwood 'el cuento de la criada' en los 80, una historia que es tan rabiosamente contemporánea que no parece ciencia ficción, sino el presagio de un futuro inminente. Muchos piensan que la república teocrática de Gilead es los Estados Unidos que prepara Trump.  el cuento de la criada