Uno "per se" no suele dar importancia a casi nada, y la cosa ya viene de viejo o mejor dicho de cuando era joven, debe ser una cuestión genética. Lo digo en serio, entiendo que en la temporadita que pasamos por aquí abajo poco hay que hacer y no hay preocuparse demasiado. Reconozco que me costó entender que pensaba así, me parecía una postura, como la de los proverbios orientales, demasiado cínica para asumirla como mía. Más es lo que hay, y pensar lo contrario es entrar en una lid de la que no puedes salir nunca ganador. De hecho, nacemos y morimos cada día y el resto es puro azar que no controlamos.
Del mismo modo, me costó mucho entender, de darme cuenta que no era raro o diferente. Simplemente, me costaba aceptar que era un artista con todo lo que conlleva a diferentes niveles, y tiene su que, para que realmente uno se de cuenta de que es diferente de la mayoría, ni mejor ni peor, simplemente diferente. Y el hecho de ser, de considerarse, de ejercer de artista, no es más que una manera de salir del armario nada fácil. Ser artista no tiene nada que ver en ser un "buen artista", al igual que voy en bicicleta y no soy exactamente ciclista en el sentido competitivo de la palabra. pero voy a mi ritmo, y como en el arte, en el fondo la filosofía es la misma: ser, estar, trabajar con tota la honestidad que sea posible.
Lo mismo me pasó con la poesía, dicho lisa y llanamente, esto de la poesía era para mí hace unos años, "cursiladas", hasta que leí Pessoa, Martí i Pol, Papasseit o Espriu primero y Vinyoli, Margarit, Formosa, Marçal, Platt, Rimbaud y Baudelaire después y tantos y tantos poetas de los que he aprendido. Se me apareció la luz como a San Pablo y caí del caballo de la ignorancia. ¿Quién me lo iba a decir? Es lo que hay, la vida es eso, un largo aprendizaje para llegar a la nada o como mucho al casi creativo.
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"Para que un hombre pague su rescate, dispone de dos campos, buena tierra que pide ser labrada y esbancada y usar como arado la razón".
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Lo decía Baudelaire que no tenía claro si era escritor o poeta, quizá porque dudaba de sí mismo y simplemente hacía lo que le pedía su propia capacidad que no había elegido, al menos no le había sido otorgada, vete a saber por quién o porqué. No somos lo que somos, ni lo que queremos ser, sino lo que nos ha sido programado, negarse a aceptarlo es un error y, a menudo una gran pérdida de tiempo en la búsqueda de la identidad perdida. "
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