AUSENCIA


Fue en la sala de espera de un hospital: una vieja me contaba sus males. Las controversias de los hombres, los huracanes de la historia, naderías a sus ojos: sólo su  mal reinaba en el espacio y en la duración. «No puedo comer, no puedo dormir, tengo miedo, debe haber pus», peroraba, acariciándose la mandíbula con más interés que si la suerte del mundo dependiese de ello. Este exceso de atención a sí misma por parte de una comadre decrépita me dejó en primer término indeciso entre el espanto y el desánimo; después, abandoné el hospital antes de que llegase mi vez, decidido a renunciar para siempre a mis dolores... 

«Cincuenta y nueve segundos de cada uno de mis minutos, rumiaba a través de las calles, fueron dedicados al sufrimiento o a... la idea de sufrimiento. ¡Que no haya tenido una vocación de piedra! El corazón: origen de todos los suplicios... Aspiro a ser objeto... a la bendición de la materia y la opacidad. El ir y venir de un moscardón me parece una empresa apocalíptica. Es un pecado salir de sí mismo... ¡El viento, locura del aire! ¡La música, locura del silencio! Capitulando ante la vida, este mundo ha delinquido contra la nada... Dimito del movimiento y de mis sueños; ¡Ausencia! Tú serás mi única gloria... ¡Que el «deseo» sea por siempre tachado de los diccionarios y de las almas! Retrocedo ante la farsa vertiginosa de los mañanas que se suceden. Y aun guardando todavía algunas esperanzas, he perdido para siempre la facultad de esperar. E.M.CIORAN (breviario de podredumbre)

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