Alea jacta est. La frase, como es sabido, la pronunció Julio César tras cruzar el Rubicón. Lo cuenta Suetonio. Inclinado a favor de Pompeyo, el Senado había impuesto a Julio César una exigencia humillante: dejar el mando de sus legiones y entrar en Roma desarmado, como un simple ciudadano. Atravesar el río con los soldados implicaba declarar la guerra. Pero renunciar a la acción, significaba la muerte política. Mientras meditaba el dilema, César llegó a orillas del Rubicón, después de unos momentos de reflexión sobre el peligro que comportaba franquear este río, se decidió a atravesarlo, pronunciando la conocida frase: Alea jacta est (La suerte está echada). Sabía que este hecho provocaría la Guerra Civil contra Pompeyo. Pero no porque este río marcara el límite de Italia con el resto de provincias, sino porque ningún gobernador podía salir con su ejército del territorio asignado sin consentimiento.
Pompeyo, consternado ante el rápido movimiento de su enemigo, huyó de Roma, con un numeroso séquito de senadores y aristócratas, y César entró en la capital sin derramar una gota de sangre, persiguió a los fugitivos hasta el mar, y se marchó a España a combatir el ejército de Pompeyo.
Un Pompeyo que no era el Fabra y el Rubicón podría ser el Ebro. Alea jacta est, que en español significa, aplicación del 155 por parte de Cesar Rajoy. Y mientras tanto, los rebeldes sediciosos en Bruselas; son rebeldes con causa, pero me temo que nos han abandonado todos nosotros y también a la causa.