Hoy que medio mundo dice que conoció, trató o frecuentó a Roberto Bolaño, aprovecho una minúscula efeméride privada, la de los 20 años de una cojonuda tarde con él en Sabadell que no he contado ni la voy a contar..... Esta columna de Ricardo Ruiz Garzón en el periódico de ayer, precisamente el día del punto volado, me ha hecho recordar que yo no llegué a conocer, ni a tratar, ni a frecuentar a Roberto Bolaño, a pesar que lo intenté un verano en Blanes.
"En 1983, a los veintidós dos años empezó la tarea de traducir De Arsonval. Nadie le pidió que lo hiciera. No había entonces ninguna editorial francesa interesada en publicar este alemán de nombre extraño. Pelletier empezó a traducirlo básicamente porque le gustaba, porque era feliz haciéndolo, aunque que también pensó que podía presentar la traducción, precedida de un estudio sobre la obra archimboldiana, como tesis y, quien sabe, como la primera piedra de su futuro doctorado."
Este párrafo de 2.666 que se refiere a uno de los protagonistas de la novela, el crítico francés Jean-Claude Pelletier, me dio la idea de traducir la novela póstuma de Roberto Bolaño al catalán. Empecé muy embalado, sobre todo debido a que atravesaba una de esas épocas en que uno se queda seco y no se le ocurre nada para escribir de cosecha propia. Este recurso de traducir en tiempo de sequía ya la había usado con los poemas de Rimbaud o las historias de Vila Matas, pero nada comparado con el reto de hacerlo con mi autor más apreciado y con su última novela.
Ha sido ciertamente extraña mi relación con Bolaño. Supe de él por primera vez el verano de 2001 leyendo Soldados de Salamina de Javier Cercas. Dado aquel verano en el mes de agosto estaba en Blanes de vacaciones, quise comprobar si el personaje de Roberto Bolaño era real o un invento de Cercas. Al llamar a información de telefónica y dar nombre y calle (Cercas hablaba del carrer ample -la calle ancha-, en el centro de Blanes) una señorita muy amable me dijo que si tenía el teléfono este señor pero que estaba restringido y no me lo podía dar. ¡Vaya! Me dije, entonces el personaje es real, y, o bien es importante o exiliado político (de hecho era ambas cosas) pues de no ser así no tendría restringido el número de teléfono.
El segundo paso, fue a primera hora de la mañana que acostumbraba a caminar cada día desde los pinos hasta el puerto, pasarme por el carrer ample para ver cuál podía ser la casa de aspecto colonial que mencionada Javier Cercas, pero es un concepto algo relativo y había dos o tres que podían serlo. A día de hoy todavía no se cuál es exactamente.
El tercer paso consistió en ir a una librería muy pequeña que hay en el paseo de dentro y preguntar si tenían alguna novela de él, si vivía en Blanes parecía lógica la deducción. Al entrar en la librería no había nadie, pensé que la persona encargada - así era - había salido un momento. Mientras esperaba de espaldas al mostrador, al fondo a la izquierda encima de una estantería giratoria me llamó la atención un libro rojo del que sólo veía el lomo, pero que me atrajo como un imán. El libro era "Los detectives Salvajes". Lo tenía en la mano cuando entró la dependienta.
El mismo día lo empecé a leer ... ¿Quién lo haya hecho, quien haya entrado en el universo de Bolaño, si como yo no conocía nada de él, supongo se sentiría igual de desconcertado cuando la novela, que sigue las peripecias y aprendizaje de Garcia Madero por México de los 70's, de repente cambia radicalmente en su giro narrativo. Reconozco que me detuve y durante una temporada la novela quedó olvidada, pero a mano, por si acaso.
Al tiempo, empecé a leerla de nuevo, desde el principio y ya no paré, pero, me gustaba tanto (a veces tenía que volver atrás pues algo se me había escapado y algo no me ligaba) que dosificaba su lectura para que no se acabara.
Un día, debía ser lunes por lo que luego explicaré, me faltaba leer para terminarla unas 100 páginas, y sentí la imperiosa necesidad de terminarla yendo a dormir más tarde de la cuenta, aspecto inhabitual en mí que soy de ir a dormir temprano. Al día siguiente y por lo que decía antes debía ser martes, mientras subía al coche y encendía la radio acababa la tertuliaen Catradio de Foix, Portabella y Zanuy, y ya en las postrimerías sólo llegué a entender que había muerto el día antes un escritor que había ganado el premio Herralde, por tanto la duda era, Bolaño o Vila Matas. Más tarde me enteré que era Bolaño. No sabía nada de su enfermedad, ni demasiadas cosas de él, fue después al leer Para Roberto Bolaño de Jorge Herralde que empecé a hacerme una idea del personaje, de su magnitud, del hombre que se exilió de sí mismo. Y esta es la historia de mi NO relación con Roberto Bolaño, ni con Arturo Belano su alter ego. Si es cierto pero que supe el porqué del título de su novela postuma 2.666. Lo podéis leer aquí.
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