La realidad electoral demuestra que la corrupción afecta muy poco a los animosos votantes. Quizá se deba a que es lo único repartido entre los partidos dominantes, al menos hasta ahora, lo que consiente una cierta esperanza en los partidos más nuevos que consigan evitar estas prácticas que nos regaló la transición como un alimento tan común como letal. El reproche del Partido Popular a Ciudadanos porque no les cuadran las cuentas respecto a 14.000 euros, o que Podemos recibe dineros de países en quiebra como Venezuela, es algo equivalente al ladrón que escapa al ser descubierto mientras grita "¡al ladrón, al ladrón!".

La idea comprobada con reiteración de que hay que proponérselo para ser más incompetente que el PP en todas las añagazas que le depara la realidad, parece un lema del partido. Cada vez que escucho al ministro Zoido, al teatral Méndez de Vigo --estilo Muñoz Seca y La venganza de Don Mendo--, o al temible Montoro en su papel de Nosferatu, o a la relamida Cospedal que ha de hacer esfuerzos hasta para expresarse en un lenguaje llano, no digamos la desvergüenza reiterada de esa sombrilla que responde por Fátima Báñez, en estos casos, que no son todos, siempre me pregunto de qué baúl sacará el presidente Rajoy a sus ministros. Es posible que se tome a sí mismo como la medida de todas las cosas y entonces suceda lo previsible, que parezca un hombre de Estado ante la indigencia mental de sus colaboradores. No es que se les pida gollerías sino sencillamente sentido común y evitar el ridículo.

Tanto el PP como Mariano Rajoy están agotados; ya no dan más de sí. No sólo han entrado en la decadencia sino que uno tiene la impresión de que la mayoría de sus cargos viven en excelsa beatitud consigo mismos. Quizá se trate de fidelidad, la más alta cualidad para los inseguros, porque en política, como en casi todo, lo importante es la inteligencia, cuestión harto descuidada por la arrolladora mediocridad de un tipo que llegó a presidente por casualidad y que no bajará de su escalafón así nos cueste a los ciudadanos un cabreo continuado. - Gregorio Morán

Supongo que conscientemente se ha dejado el Sr. Moran a Soraya Saenz de Santamaria, - la tanqueta de la Moncloa - LA IRRITANTE INCOMPETENTE, la más lista de la clase.