Hay actos que cuesta mucho perdonar, uno de ellos es el asesinato de Ernest Lluch. Lluch era una puerta abierta al diálogo, y lo sabían los de Eta, por eso lo mataron. Los actos de estos últimos días anunciando su definitiva disolución no son más que un paripé, teatro del malo, ni en el ultimo momento han tenido la dignidad y la decencia necesarias que habrían tenido que tener. Y en el otro lado, una vez más el error, la intransigencia, no han entendido que no han vencido, nunca hay vencedores en conflictos como este, todos son perdedores. Habría que recordar aunque con bastante desproporción, víctimas ha habido en los dos bandos. Explicaba hoy en Rac1 su hija Eulalia, que al acabar el acto del vídeo en la plaza de Constitución de Donosti en 1999, se le acercaron varios abertzales y le dijeron: No matamos porque hay tregua, pero estás en la lista ....., y de hecho lo estaba.
Un dato muy preocupante, explicaba Évole en el mismo programa de Rac1, que el 47% de jóvenes estudiantes universitarios, en el País Vasco, no saben quién era Miguel Angel Blanco.
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