LOS PIROPOS TIENEN UN PRECIO


De 90 a 750 euros. Este será el castigo al que tendrán que hacer frente, a partir de ahora, todos aquellos hombres que silben o echen piropos a las mujeres por la calle en Francia. El texto, que ha sido aprobado este viernes por la Asamblea Nacional, es una propuesta del presidente, Emmanuel Macron. El proyecto de ley pretende combatir todos los tipos de violencia relacionados con el acoso sexual y sexista. La penalización se aplicará en caso de que la mujer se sienta acosada. Hoy por hoy, sin embargo, el texto depende del visto bueno del Senado para entrar definitivamente en vigor. Y Monsieur Macron se ha quedado tan ancho, el talibanismo feminista a veces pierde el rumbo, y este es un caso, de talibanismo o gilipollism; se ha pasado Monsieur tres pueblos, y estoy seguro de que incluso muchas mujeres no estarían de acuerdo con esta propuesta, echar piropos es parte del paisaje entre hombres y mujeres, lo ha sido siempre y debería continuar, aunque se ha perdido bastante, tal vez por qué la mujer se está masculinizando y el hombre feminizando, y también por un exceso de celo en el comportamiento de ambos sexos, que en vez de acercarse me temo que se están separando, provocado por las mutuas intransigencias, al no haber entendido ni unos ni otros el rol que deben ocupar en esta lucha de sexos. Una lucha que ha perdido frescura y ha ganado en acidez, y no precisamente por culpa de las mujeres.

'Ay, quien fuese abrigo para andar contigo' decia Curro el Palmo. No creo que se atreviesen a multarle, ni en Francia ni en ningún otro lugar. Aunque hay quién (pienso que de manera equivocada) que no es asi, cuando dice:

"Aunque [el piropo] sea bonito, bueno o agradable, consideramos que es una auténtica invasión", aseguraba Ángeles Carmona al 2015, que insistia en que se trata de actitudes absolutamente permitidas en la sociedad y que han de ser erradicadas".

A veces pienso que ya estoy bien como estoy, aunque se me pueda considerar anticuado o machista. 'Nena, andas mejor que un Longines' Y es que hay obviedades que son obvias, al igual que un albañil o fontanero trabajando debe enseñar el canalillo del culo, también deben lanzar piropos desde arriba de la obra a las chicas o mujeres que pasan por la calle, como los toros, es una tradición que se debería conservar, pero que desaparecerá como las gotas de lluvia al chocar con la superficie del marco de la ventana, donde se deshacen como las olas perdidas en el mar de bolsillo en una playa inverosímil.

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