UNICEF ha denunciado reiteradamente el empleo de niños como soldados en las guerras y los sufrimientos traumáticos que reciben física y psíquicamente, así como las numerosas víctimas causadas entre la población civil por las minas una vez terminadas las guerras. Durante un par de días, las imágenes de esos cuerpecitos arrastrando pesos, tejiendo alfombras para el Primer Mundo o utilizados como objetos sexuales para los ricos de Occidente nos conmueven e indignan. Pero al día siguiente los medios nos vuelven a presentar otras imágenes de guerras y sufrimientos intolerables impuestos a los más débiles en todo el mundo y nos hacen olvidar rápidamente las anteriores. 
El Baal electrónico, igual que el sanguinario dios fenicio, no puede parar de alimentarse de sangre y dolor a fin de mantener aterrorizada y sumisa a la población. En esta tarea innoble e inhumana colaboran con desmedido entusiasmo y voracidad una caterva de "profesionales" de última hora, papanatas del último mecanismo tecnológico yanqui, expertos del "trepe". Una turbamulta de jóvenes arribistas se ha encaramado a los puestos y hasta las cátedras, sobre la base de renegar de su pasado, incluso de sus propios progenitores. 
Su origen pequeñoburgués y su experiencia insolidaria pueden explicar, tal vez, estos comportamientos , algunos de los cuales son bien conocidos de la opinión pública. En el corazón sin sangre de estos pragmáticos modernos y postmodernos no caben sentimientos ni valores humanistas, como la solidaridad, la amistad o la emulación. Sus portavoces ideológicos y"académicos" se escudan en la defensa de las tecnologías y la rentabilidad financiera inmediata frente al humanismo y la rentabilidad social. Como la memoria histórica estorba sus intereses, no quieren recordar que la Alemania nazi era la sociedad tecnológicamente más avanzada de su tiempo, y también la más inhumana, una sociedad que en modo alguno se puede presentar como ejemplo de "progreso" humano. 

Hoy sabemos que, desde el punto de vista de la rentabilidad social, de la felicidad de todos, no siempre es conveniente todo lo que tecnológicamente es posible. "Dejar de ser humano supondría deslizarse hacia la nada", afirmaba en su Filosofía de la existencia Karl Jaspers, pensador nada sospechoso de comunista o revolucionario. El pensamiento dominante propaga la idea de que el desarrollo tecnológico equivale al progreso, entendido como velocidad, aceleración y acomodo rápido a lo "nuevo". Conceptos como "propiedad", "clase social", etc., han quedado anticuados, nos dicen. Ya no hay más que un mundo y una economía mundial. Y, claro, a una economía mundial le corresponde una conciencia también mundializada, un pensamiento único.

VICENTE ROMANO - LA FORMACIÓN