"Puigdemont y Junqueras viven en Matrix". La idea de que el independentismo se ha autoengañado -y continúa engañandose- es un lugar común frecuentado por el unionismo radical, el mismo que habla de "golpistas", "supremacistas" o "nazis". Una de las personas que más ha abusado del símil fílmico es Inés Arrimadas. Insistir en que el independentismo no tiene los pies en el suelo, que vive en un mundo irreal, en una gran ficción, es una manera como otra de desacreditarlo y afirmar que quien realmente conoce y actúa en la 'realidad real' es el españolismo. Es un intento burdo, pero seguramente efectivo, de apropiarse de la verdad.

¿Quiero decir con todo esto que el soberanismo y el independentismo no han cometido, y cometen aún hoy, graves errores de apreciación? No. Se dejaron seducir por la falsa idea de que querer es poder. Y que querer mucho es poder mucho. Pero el 27 de octubre chocaron con el muro, un muro que los principales líderes sabían que existía. Sencillamente no tuvieron el coraje de confesar que, aquella vez, el milagro no era posible.
  • Las máquinas controlan el mundo - 'Matrix', dirigida por las hermanas Wachowski se estrenó casi hace 20 años, en 1999 (después vendrían 'Matrix Reloaded' y 'Matrix Revolutions'). Las máquinas controlan el mundo y han creado una realidad virtual donde los humanos -en realidad sometidos, esclavos- creen que viven. La película protagonizada por Keanu Reeves (Neo) está llena de referencias filosóficas y religiosas, y aborda preguntas fundamentales, como la verdad -¿qué es real y qué no lo es?-, la identidad -¿quién soy? - y la libertad -¿existe el destino, está escrito el futuro?-.

El unionismo nacionalista ha construido un Matrix incomparablemente más hermético y opresor que el del independentismo. No solo han participado el partido de Arrimadas, el de Rajoy y el de Sánchez, también los aparatos del Estado y los grandes medios de comunicación han trabajado sin descanso. Cuando los últimos han tenido que optar entre el periodismo y España en demasiadas ocasiones, en muchísimas, han optado por servir a España. A su particular visión de lo que debe ser España. Lo cual ha hecho que un ciudadano de Manchester, Milán o Burdeos, por ejemplo, esté no más, pero sí mejor informado de lo que ocurre en Catalunya que alguien de Alcorcón.
En este contexto, el relato escrito por jueces -con Llarena al frente de los guionistas- y fiscales fue alimentado y reforzado día tras día. Pero la decisión del tribunal de Schleswig-Holstein –y las que presumiblemente llegarán de otros tribunales europeos- sobre la extradición de Puigdemont ha abierto una terrible vía de agua en la gran mentira. Los jueces alemanes han dicho algo que cualquier niño podría decir: no hubo violencia. Violencia independentista, se entiende. Porque violencia sí hubo y no poca. La violencia ejercida brutalmente por aquellos policías que eran despedidos por sus vecinos como si se fueran a reprimir la revuelta de unos salvajes sanguinarios en una colonia. Los agentes, eufóricos, coreaban el siniestro "¡a por ellos!".

Europa, culpable - La reacción por parte del unionismo ha sido previsible. Cada vez que se producen grandes desastres, hay una reacción instintiva que los devuelve al 98. Así, González Pons, irritado, pidió suspender el Tratado de Schengen, ante la 'traición' alemana. Europa, culpable. Que los jueces europeos tengan razón, ni se les pasa por la cabeza.

El Matrix español ha demostrado tener una cáscara durísima. Lo vimos hace poco con el documental '20 -S' que -al igual que la anterior sobre el 1-O- desmontaba con hechos la versión literaria de Llarena y los demás sobre lo que había sucedido. El día del estreno en TV-3, el 28 de junio, casi un millón de catalanes lo vieron. Pero en España ninguna televisión se interesó por emitir el documental. Hablando de TV3: Televisión de Catalunya, sumando todos sus canales, queda bastante lejos del 20% de audiencia. Prácticamente todo el resto de televisiones generalistas en abierto son en castellano y tienen sede en Madrid. Los catalanes consumen televisiones, radios y periódicos de Madrid. En el resto del Estado, casi nadie consume medios catalanes.

En un momento clave, Morfeo (Laurence Fishburne) explica a Neo qué es 'Matrix'. 'Matrix' nos rodea, le dice. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad. A continuación le invita a elegir entre la pastilla azul -vivir cómodamente en el engaño- o la roja -conocer la verdad-.
Los catalanes, como Neo, podemos elegir -y lo hacemos- entre la pastilla roja y la pastilla azul -o una combinación de ambas-. Desgraciadamente, los ciudadanos del resto del Estado solo tienen una de pastilla.

Problemas en Matrix - Marçal Sintes - elperiodico.com