EL MUNDO DE AYER


El fascismo aparentaba ser una avalancha imparable, así lo creyó por ejemplo Stefan Zweig, escritor de gran popularidad internacional entre las dos guerras mundiales, austríaco representativo de la alta burguesía liberal nunca pudo reponerse del shock causado por la llegada de la barbarie nazi. Marchó al exilio y terminó suicidándose en Brasil en 1942, tres años antes del derrumbe nazi. Murió creyendo en la victoria universal del nazismo, el mundo que el añoraba, el del capitalismo liberal europeista, no volvería más, "no somos sino fantasmas o recuerdos" señaló acerca de su universo desaparecido que el reconocía plagado de injusticias pero también de posibilidades de superación. Así lo describió en su obra póstuma: “El Mundo de ayer” que curiosamente termina tal vez contradiciendo su pesimismo: “El sol brillaba con plenitud y fuerza. Mientras regresaba a casa, de pronto observé mi sombra ante mí, del mismo modo que veía la sombra de la otra guerra detrás de la actual. Durante todo ese tiempo, aquella sombra ya no se apartó de mí; se cernía sobre mis pensamientos noche y día. Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz”. Pero también madre de la luz sería necesario agregar, de una luz diferente, nueva. La catástrofe nazi (su emergencia y derrumbe final) significó, engendró como reacción, el despliegue de fuerzas sociales regeneradoras de dimensiones nunca antes vistas. El fin de la Segunda Guerra Mundial abrió las puertas al socialismo en el centro-este europeo, a la revolución china, a las grandes descoloniazciones en la periferia, obligando a las burguesías de los países centrales a ceder en sus propios territorios ante las demandas de sus trabajadores, allí no regresó el viejo capitalismo liberal sino que se instaló la adaptación keynesiana. Eso era impensable por ejemplo hacia 1940 para quienes con criterio “realista” observaban las fuerzas en presencia, incapaces de percibir la dinámica profunda del mundo, el devenir posible que incluía entre sus alternativas el despertar de grandes masas humanas subestimadas buscando superar un sistema decadente.

Neofascismo y decadencia - Jorge Beinstein




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