Al Bribón le pasa lo que a la banca, que siempre gana. Esta semana se proclamaba campeón de Europa de la clase 6 metros, que es la suya, sobreponiéndose a todas las adversidades de viento y oleaje y los nervios del patrón de la embarcación, este lobo de mar octogenario llamado Juan Carlos pero más conocido en los círculos náuticos como Impune I, el terror de los mares.
Los nervios de nuestra emérita enormidad eran comprensibles. Se debatía en la Mesa del Congreso si se debía investigar el Congreso estas grabaciones en las que su amiga con derecho a roce, Corinna Sayn-Wittgenstein, explicaba que en tierra firme era un auténtico pirata que cobraba comisiones, ocultaba dinero a Suiza y utilizaba testaferros como ella misma para comprarse propiedades en Marruecos sin enseñar la patita de palo.
La preocupación era lógica para que nuestros dos grandes partidos y el del líder veleta, el republicanismo es conocido el uno al otro confín, no pasan una, sobre todo tratándose de temas sensibles para esta ejemplar monarquía que nunca dio que hablar. Sin embargo, y contrariamente a lo esperado, los justicieros se rindieron a la evidencia. Consideraron que abrir indagaciones parlamentarias a un señor tan respetable era un pérdida de tiempo, un esfuerzo más inútil que un cenicero en una moto. Y no es que el rey templado fuera inviolable y hubiera podido jugar a matar viejecitas en los pasos de cebra sin que la DGT le quitara los puntos; es que, ante todo, era una bellísima y llana persona. Campechano para ser más exactos,
Por idénticas razones y siguiendo el camino de los políticos, el juez que investiga las aventuras del comisario Villarejo ya tiene decidido excluir al marinero de luces de la causa, en abierta demostración de que la Justicia es igual para todos. O lo que es lo mismo, si todos fuéramos Impune Y podríamos irnos en rosetas de la misma manera, ponernos el vela y reírnos a carcajadas del país cuando se levanta por la mañana para ir a trabajar, que es cuando más gracioso es.
Los tripulantes del Bribón han comprobado que, sometido a presión, el anciano que lleva el timón es una máquina de trasluchar y que a cualquiera menos a él le pueden crujir las cuadernas. Nada puede detener a este Messi de los océanos en su travesía, especialmente ahora que ni el invitan a los cumpleaños de la Constitución. No es que huela a podrido en este régimen que muchos creen de mierda. A lo que huele es de salitre. Dios guarde muchos años en el emérito, pero si se lo quiere llevar sería todo un detalle por su parte, cuenta! pero que vigile con la cartera.
Los nervios de nuestra emérita enormidad eran comprensibles. Se debatía en la Mesa del Congreso si se debía investigar el Congreso estas grabaciones en las que su amiga con derecho a roce, Corinna Sayn-Wittgenstein, explicaba que en tierra firme era un auténtico pirata que cobraba comisiones, ocultaba dinero a Suiza y utilizaba testaferros como ella misma para comprarse propiedades en Marruecos sin enseñar la patita de palo.
La preocupación era lógica para que nuestros dos grandes partidos y el del líder veleta, el republicanismo es conocido el uno al otro confín, no pasan una, sobre todo tratándose de temas sensibles para esta ejemplar monarquía que nunca dio que hablar. Sin embargo, y contrariamente a lo esperado, los justicieros se rindieron a la evidencia. Consideraron que abrir indagaciones parlamentarias a un señor tan respetable era un pérdida de tiempo, un esfuerzo más inútil que un cenicero en una moto. Y no es que el rey templado fuera inviolable y hubiera podido jugar a matar viejecitas en los pasos de cebra sin que la DGT le quitara los puntos; es que, ante todo, era una bellísima y llana persona. Campechano para ser más exactos,
Por idénticas razones y siguiendo el camino de los políticos, el juez que investiga las aventuras del comisario Villarejo ya tiene decidido excluir al marinero de luces de la causa, en abierta demostración de que la Justicia es igual para todos. O lo que es lo mismo, si todos fuéramos Impune Y podríamos irnos en rosetas de la misma manera, ponernos el vela y reírnos a carcajadas del país cuando se levanta por la mañana para ir a trabajar, que es cuando más gracioso es.
Los tripulantes del Bribón han comprobado que, sometido a presión, el anciano que lleva el timón es una máquina de trasluchar y que a cualquiera menos a él le pueden crujir las cuadernas. Nada puede detener a este Messi de los océanos en su travesía, especialmente ahora que ni el invitan a los cumpleaños de la Constitución. No es que huela a podrido en este régimen que muchos creen de mierda. A lo que huele es de salitre. Dios guarde muchos años en el emérito, pero si se lo quiere llevar sería todo un detalle por su parte, cuenta! pero que vigile con la cartera.
EL BRIBÓN SIEMPRE GANA