La semana pasada el ÈRICA circuló por un tramo peatonal de la Rambla del Celler de Sant Cugat, en la que ha sido la primera experiencia de un vehículo de transporte público autónomo de la historia de Cataluña. De hecho, esta ciudad será la primera parada de este autobús autónomo y eléctrico que también circulará por las calles de Terrassa, Sabadell, el campus universitario de Girona, el Vendrell, Reus, Martorell y Vic.
Este autobús urbano autónomo lo fabrica en Francia la compañía EasyMile (filial del conglomerado empresarial de Alstom) y puede memorizar rutas de hasta 500 metros para circular con seguridad, ya que gracias a los sensores y radares de proximidad del erizo (probado ya en diferentes ciudades como Londres, París, Auckland o San Sebastián) se convierte en un vehículo seguro para el resto de ocupantes de la calle, ya sean peatones, ciclistas u otros vehículos.
La velocidad máxima del ÈRICA es de 18 km/h y su autonomía es de unas 14 horas de funcionamiento, y se puede cargar en cualquier punto habilitado. Su llegada al territorio catalán la ha organizado la Asociación de Municipios por la Movilidad y el Transporte Urbano (AMTU), y esta gira por municipios catalanes quiere ser una prueba para evaluar su impacto de cara a la implementación de los vehículos de transporte público autónomos en un futuro no muy lejano.
Estamos sólo en el principio, pero este sistema urbano de transporte de ciudadanos es el futuro, y un futuro más cercano de lo que parece, es imparable y en cuestión de diez años diría que ya estará implantado en todas las grandes ciudades, por eso cuando los taxistas, esta mafia que se queja de Uber o Cabyfy, de lo que deberían preocuparse es de estos vehículos, que son los que los dejarán sin trabajo antes de lo que creen. A esto se le llama: progreso.