La interpretación según la cual Eslovenia obtuvo la independencia mediante la violencia no tiene ningún fundamento real y denota ignorancia de los hechos. La vía eslovena hacia la independencia estatal fue extremadamente pacífica. Eslovenia se amparó en el derecho constitucional a la autodeterminación y en un referendo en el que el 88,5% de los ciudadanos decidieron vivir en un país separado. A pesar de que el estado yugoslavo y la cúpula militar ya habían rechazado toda posibilidad de diálogo y de resolución política de la crisis en las relaciones entre los pueblos y las repúblicas de la Yugoslavia socialista, Eslovenia continuó buscando un acuerdo sobre la desintegración del país de manera pacífica. Desgraciadamente, todas las repúblicas excepto Croacia rechazaron la propuesta. Finalmente, la Conferencia de Paz sobre Yugoslavia del otoño de 1991 impulsada por la Comunidad Europea y el reconocimiento internacional de Eslovenia por parte de países europeos y de otros continentes a principios de 1992 confirmaron la actitud pacífica y democrática de Eslovenia ante la independencia.
La experiencia de Eslovenia con la arrogancia política yugoslava pone de manifiesto que los derechos de las naciones que quieren ejercer su derecho a la autodeterminación de manera democrática no se pueden reprimir mediante la violencia policial o militar
A Eslovenia, la guerra le fue impuesta. El ejército yugoslavo atacó el país al día siguiente de la proclamación de la independencia, el mes de junio de 1991. La agresión duró diez días y, desgraciadamente, se perdieron 76 vidas: 19 eslovenos, 45 soldados del ejército yugoslavo y 12 extranjeros. La verdadera profundidad de las desavenencias entre naciones y repúblicas, que ya había fracturado al estado compartido antes de la independencia de Eslovenia, se manifestó con una violencia militar de proporciones inauditas en otras repúblicas yugoslavas.
Todas estas víctimas mortales y los daños morales y materiales son el balance trágico de la ceguera política y de la negativa del estado yugoslavo y la cúpula militar a abordar un problema político importante desde la política y el diálogo. La experiencia de Eslovenia con la arrogancia política yugoslava es instructiva y pone de manifiesto que los derechos de las naciones que quieren ejercer su derecho a la autodeterminación de manera democrática no se pueden reprimir mediante la violencia policial o militar.
También en el caso de la crisis catalana, el problema es de índole política y sólo se puede resolver desde la política
Dada su experiencia, Eslovenia apoyó el derecho de los catalanes a decidir sobre su futuro democráticamente y condenó la violencia policial con la que el anterior gobierno español quiso reprimir ese derecho. También en el caso de la crisis catalana, el problema es de índole política y sólo se puede resolver desde la política y entablando un diálogo franco, tolerante y argumentado con el gobierno de Madrid, especialmente en este momento, después del plebiscito catalán y antes de que, a finales de enero del 2019, comiencen los juicios contra los políticos y los líderes de la sociedad civil catalanes encarcelados. La independencia de Cataluña y su encaje en España es una cuestión que deben resolver los gobiernos de Madrid y de Barcelona de forma democrática, pacífica y responsable. La vía eslovena, que pasó por ejercer el derecho a la autodeterminación de manera pacífica, podría ser un buen ejemplo de cómo hacerlo. Es un tema que tratamos con el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, durante su reciente visita a Eslovenia.


MILAN KUCAN
Expresidente de Eslovènia 
ara.cat



La vía eslovena fue pacífica y la vía catalana también lo es, pero la eslovena tenía el apoyo del 87% de la población mientras la catalana sólo tenía (no se si ahora lo tiene) el apoyo del 47%. Esta diferencia es muy importante y Torra y lod suyos deberían tener en cuenta, mientras que Rivera, Casado y el propio Sánchez, deberían aprender un poco de historia en vez de manipularla.