El del Negro de Banyoles es uno de los casos más despreciables en la historia del llamado show business etnológico. Abarca 170 años y se...
El del Negro de Banyoles es uno de los casos más despreciables en la historia del llamado show business etnológico. Abarca 170 años y se desarrolla entre dos entierros. A modo de resumen: en 1830, un africano de identidad desconocida es desenterrado al poco de morir por naturalistas franceses que lo disecan y se lo llevan a París; en el siglo XX se exhibe como pieza de museo (o más bien como atracción de feria) en Banyoles, hasta que en el 2000 el gobierno español envía el cadáver a la capital de Botsuana, donde vuelve a recibir sepultura.
A esta secuencia de atrocidades y despropósitos hay que añadir ahora la confirmación de que el conocido como Negro de Banyoles descansa en un país equivocado. El escritor holandés Frank Westerman ha hallado evidencias de que los hermanos Jules y Edouard Verreaux, que fueron los que desenterraron y disecaron el cuerpo, nunca se desplazaron más allá de 100 kilómetros al norte de Ciudad del Cabo, lo que sugiere que el origen del personaje central de esta historia se sitúa a un millar de kilómetros al sur de la frontera con la actual Botsuana.
Dicho de otro modo, todo apunta a que el Negro de Banyoles no fue un bosquimano del Kalahari botsuanés, como repetían machaconamente políticos catalanes y responsables culturales de la época. “Que ahora sepamos que está enterrado en un lugar equivocado supone añadir el insulto a la injuria”, sentencia Westerman.
Esta última noticia sobre el negro me ha llevado a recordar que en un ejercicio periodístico digno de Tintin, en noviembre de 2010 que reproduzco a continuación, y donde informa informé que según noticias que tenía de buena boca, el negro enviado a Botswana desde Banyoles no era el negro de Banyoles, sino otra cosa.
¿QUE NEGRO ENVIARON A BOSTWANA?
¿QUE NEGRO ENVIARON A BOSTWANA?
Un día de estos hará tres años de la exposición Bodies, que todavía da vueltas por todo el mundo. En aquel momento y a vueltas con esta noticia y un comentario de Julia, en La Panxa del Bou, surgió el tema del negro de Banyoles, que como todos saben ya no está en Banyoles sinó que fue devuelto a su lugar de origen en Botswana, África, donde fue enterrado con los honores que no le correspondían pero que decidieron darle sus compatriotas africanos.
Lo que posiblemente mucha gente desconoce, es que no se sabe exactamente quién carajo le enviaron a Botswana, y esta es la historia que he querido recuperar en una aburrida tarde de domingo.
Cuando alguien se pregunta: realmente los restos que se entregaron del negro de Banyoles eran los suyos?. ¡No! afirma con la boca pequeña quien os está escribiendo, y digo con la boca pequeña porque no tengo ninguna prueba. Todo lo que sé me lo contaron en una cena del gremio de panaderos de la provincia de Girona en Vilamalla hace ya unos cuantos años.
Parece ser que una vez que el ayuntamiento de Banyoles y los responsables del museo Darder decidieron devolver el negro a su país de origen, tuvieron la idea de hacer una copia para guardarla en el museo. No se sabe a qué artista le encargaron el trabajo (o no me lo quisieron decir), la cuestión es que forraron el cuerpo del negro y echaron silicona caliente para hacer un molde, y lo que sucedió es que el negro dañado y desgastado como estaba que era casi una capa tras otra de betún y dentro relleno de paja, con el calor se hizo añicos, vaya! que se fundió y quedó en nada. Una vez vista la magnitud de la tragedia se dice que se tuvo que recurrir al cementerio del pueblo a encontrar una calavera que más o menos diera el pego, y eso es lo que enviaron a Botswana.
No se si esta historia que me contaron y que os he contado, es una tomadura de pelo, una leyenda urbana o posiblemente sea cierta, pués el doctor Arcelin artífice del regreso y que residía en Cambrils, ya manifestó al ver la calavera que los dientes no le cuadraban, pero me imagino que ya no quiso remover más la cuestión y matarlo de una vez, no al negro que ya lo estaba, sinó al asunto del negro.
Y esa es la pregunta que me hago: ¿quien carajo les debían enviar a Botswana?
Lo que posiblemente mucha gente desconoce, es que no se sabe exactamente quién carajo le enviaron a Botswana, y esta es la historia que he querido recuperar en una aburrida tarde de domingo.
Cuando alguien se pregunta: realmente los restos que se entregaron del negro de Banyoles eran los suyos?. ¡No! afirma con la boca pequeña quien os está escribiendo, y digo con la boca pequeña porque no tengo ninguna prueba. Todo lo que sé me lo contaron en una cena del gremio de panaderos de la provincia de Girona en Vilamalla hace ya unos cuantos años.
Parece ser que una vez que el ayuntamiento de Banyoles y los responsables del museo Darder decidieron devolver el negro a su país de origen, tuvieron la idea de hacer una copia para guardarla en el museo. No se sabe a qué artista le encargaron el trabajo (o no me lo quisieron decir), la cuestión es que forraron el cuerpo del negro y echaron silicona caliente para hacer un molde, y lo que sucedió es que el negro dañado y desgastado como estaba que era casi una capa tras otra de betún y dentro relleno de paja, con el calor se hizo añicos, vaya! que se fundió y quedó en nada. Una vez vista la magnitud de la tragedia se dice que se tuvo que recurrir al cementerio del pueblo a encontrar una calavera que más o menos diera el pego, y eso es lo que enviaron a Botswana.
No se si esta historia que me contaron y que os he contado, es una tomadura de pelo, una leyenda urbana o posiblemente sea cierta, pués el doctor Arcelin artífice del regreso y que residía en Cambrils, ya manifestó al ver la calavera que los dientes no le cuadraban, pero me imagino que ya no quiso remover más la cuestión y matarlo de una vez, no al negro que ya lo estaba, sinó al asunto del negro.
Y esa es la pregunta que me hago: ¿quien carajo les debían enviar a Botswana?
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