Lo peor del embarazoso y vergonzoso espectáculo que se nos ha ofrecido en sesión doble en el Congreso de los Diputados es que era perfectamente evitable. No me refiero al infantil numerito de los diputados de Vox corriendo a ocupar los escaños de la bancada socialista, donde por cierto se colocó en medio de Abascal y Espinosa de los Monteros el hábil Zaragoza. En todos los inicios de curso de todos los colegios del mundo concurre esa cuota de tontería inevitable. Cuando no puedes llamar la atención por otra cosa, la llamas por payasete. Es una verdad universal que acompaña al género humano desde la noche de los tiempos. De las sesudas informaciones sobre quién le dio o no la mano a quién, mejor ni hablamos.
La vergüenza que sí nos podían haber evitado se dio con el trato dispensado a los diputados presos catalanes. Representantes de la soberanía popular, legítimamente elegidos por el pueblo soberano y ciudadanos en posesión de sus derechos políticos, entre ellos a elegir y ser elegido. En una decisión que solo se puede calificar de peregrina, se les permitió acudir a la cámara a tomar posesión de su acta de diputado y participar en el pleno, pero haciéndolo como cuando aún se usaba el fax y las noticias llegaban por teletipos que escupían ruidosas en impresoras de agujas.
La retransmisión televisiva era pura censura informativa, la càmara huia rápida a la que detectava a un preso; supongo que ignoraban los censores que estamos en el siglo XXI y la gente tiene un aparatito llamado mòvil que permite hacer fotos, o filmar, aspecto que el TSJ no habia prohibido, quizás porquè en ser analógicos, ni se les ocurrió la posibilidad de que usaran estos aparatitos como bien hicieron todos en general.
El aspecto físico y lenguaje del senador del Psoe Valleinclanesco en contraste con la diputada más joven (23 años) d'ERC reflejaba los dos mundos antagónicos del siglo XIX i XXI que se mueven distòpicamente en el Parlamento, convirtiendo a este entre unos y otros a un autèntico esperpento Valleinclanesco como temiere más de uno ya nada más ver al doctor Agustín Javier Zamarrón y su decimonónico aspecto físico y como dedcia antes, verbal.
Otro rancio esperpento fué ver como el susodicho Zamarrón, tuvo que desplazarse con la 'sacra urna' mortuoria hasta la parte más alta y alejada de la tribuna, conocida como el gallinero, para que Pablo Echenique (Unidas Podemos) pudiera introducir su papeleta, al ser esta la única zona accesible en silla de ruedas.
Antes de aporrear la mesa del parlamento, sólo le faltó al cerril de Abascal decir: YO, POR ESPAÑA, VOTO, de hecho casi lo dijo así, a lo Belén esteban. Y ès que, en Sálvame hay más dignidad y decencia que la que demostraron ayer algunas de sus señorías en el Parlamento que pagamos entre todos los españoles. La legislatura de las pataletas promete ser vergonzosamente distraída. Làstima que la reina de tocar el violín lo les pueda castigar de cara a la pared, seguro que de poder, lo haría encantada y presta.
Antes de aporrear la mesa del parlamento, sólo le faltó al cerril de Abascal decir: YO, POR ESPAÑA, VOTO, de hecho casi lo dijo así, a lo Belén esteban. Y ès que, en Sálvame hay más dignidad y decencia que la que demostraron ayer algunas de sus señorías en el Parlamento que pagamos entre todos los españoles. La legislatura de las pataletas promete ser vergonzosamente distraída. Làstima que la reina de tocar el violín lo les pueda castigar de cara a la pared, seguro que de poder, lo haría encantada y presta.
Todo esto sucedió por que tenemos un Estado que no sabe soportar con normalidad que unos diputados protegidos por la presunción de inocencia, que han demostrado decenas de veces que no tienen intención alguna de huir de la Justicia, puedan comportarse como tales sin restricciones ni trabas burocráticas: hablar con la prensa, ocupar su escaño, votar, asistir a reuniones, hacer el trabajo para el que han sido elegidos por el pueblo soberano hasta que una sentencia y una condena firmes se lo impidan. Los Estados fuertes saben cómo hacerlo sin abochornar a nadie, y este no seria precisamente el caso del Estado Español.
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